Conferencia Profesor Humberto D´Arterio – Centenario UNT

Miércoles, 20 de Noviembre de 2013

CONFERENCIA CENTENARIO DE LA UNT

Prof. Humberto D´Arterio

12 DE NOVIEMBRE DE 2013

Agradezco la asistencia del público presente, a la Facultad que me da esta oportunidad y al Comité organizador por generar este espacio de reflexión en el marco de los cien años de la Universidad Nacional de Tucumán.

Quiero aclarar , que tengo 56 años, nací en el año 1957, cursé mis estudios primarios en una escuela de gestión pública – Pte. Urquiza – el nivel secundario en el Colegio Tulio G. Fernández e ingresé en la Facultad de Cs. Es. en el mes de Marzo de 1976, graduándome  el año 1981.

Quiero aclarar también ante el público presente, que en nuestra Facultad se dictan tres carreras, Contador Público Nacional, Licenciado en Economía y Licenciado en Administración. En mi caso tengo título de CPN, pero soy docente y me desempeño profesionalmente en el área de Administración de Empresas, cuya carrera es la mas “nueva” por cuanto se inicia como carrera de grado en el año ’83. Nuestra carrera de LAE tiene áreas disciplinares y de especialización: Finanzas, Marketing o Comercialización, Operaciones, Tecnología de la Información y Recursos Humanos a la que pertenezco.

Cuando me informaron que iba a tener la oportunidad de hablar por la Facultad, en el ciclo de conferencias por el Centenario de la UNT, realmente me sorprendí y me sentí halagado por esta responsabilidad, pero inmediatamente lo primero que pensé fue que  quien habla hoy por la Facultad de Cs.Es.  proviene de un hogar de clase media y de una familia cuyos padres no tuvieron formación universitaria, creo que no habían terminado el ciclo secundario, y extendiendo este pensamiento,  recuerdo que los alumnos mas aventajados de mi promoción – por citar otras referencias –  (abanderados y escoltas por ej.) tampoco provenían de hogares con padres universitarios. Hoy se calcula que el 80% de estudiantes de nuestra Facultad provienen de hogares de clase media y sus padres no tienen estudios universitarios.

A esta realidad de hace casi 30 años la asocio con la el objetivo o uno de los objetivos mas importantes que manifestaron los fundadores de la misma en los años 40 (nuestra Facultad fue fundada en el año 47). En un reportaje realizado el Profesor Héctor Lazarte, uno de los fundadores, que se publica en un texto para  conmemorar los 50 años de la creación de la Facultad que recoge estos testimonios, responde lo siguiente:

¿ La creación de la Facultad de Ciencias Económicas fue en ese sentido una respuesta a una necesidad y a un reclamo popular?:

“ A un reclamo popular en el sentido general no, pero sí a un reclamo de la clase media, que dentro de Tucumán y el Norte Argentino no tenía la posibilidad de acceder a estudios superiores en Contabilidad y Economía, salvo en la Escuela de Comercio. Por lo tanto las posibilidades de recibir una buena educación eran limitadas. Considerando estos elementos, la creación de la Facultad de Cs.Es. respondía a una necesidad del Norte argentino”. ( 50 años de la Facultad de Cs.Es. 1947- 1997. Daniel Campi, compilador)

Cabe agregar aquí que los padres de los estudiantes de la Escuela de Comercio en ese momento, tuvieron una participación especial entre los que gestionaron la creación de la Facultad.

Finalmente cito un párrafo del Memorial presentado al entonces Presidente Perón:

“ Estas gestiones que hoy realizamos ante el Excmo. Sr. Presidente, ya fueron presentadas en épocas anteriores y ante otros gobiernos, siempre con resultados negativos; es por eso que al presente recurrimos a V.E. en la seguridad de tener el mas franco éxito” .

“ Procedemos de familias modestas y como tales por apremios de vida muchos debemos alternar el trabajo con el estudio, de allí que no podamos abandonar esta región en busca de perfeccionamiento en instituciones de especialización situadas fuera de este medio, malográndose así muchas vocaciones por falta de recursos para un estudio mas profundo”.

Hasta el presente esta realidad se mantiene, lo que era una necesidad en los años ‘40, y en los ’70.

Mis primeras experiencias

Tenía 14 o 15 años y estudiaba mi Bachillerato Comercial  en el Colegio Tulio. Ya en segundo año nos enseñaban “liquidación de sueldos” entre otros temas  administrativos y contables y como parte de la formación para obtener un título intermedio de “tenedor de libros”. Cabe agregar como dato anecdótico que tuve en esa formación dos años de caligrafía y de “estenografía”, la mecanografía era optativa.

Aprovechando ese “saber” mi padre, que trabajaba como empleado administrativo en la empresa que en ese tiempo recolectaba los residuos en San Miguel de Tucumán,  me pedía que lo acompañara a la oficina en mis vacaciones y para que no me aburriera, y como preparándome para una futura carrera, me pedía que liquide los sueldos de los empleados quincenales (todo a mano por supuesto).

De esa época recuerdo, con imágenes nítidas por lo contundentes, la precariedad desde todo punto de vista  con la que trabajaban los obreros y las nulas condiciones de higiene y seguridad.

También guardo el recuerdo de la cantidad importante de obreros que no sabían firmar y que había que hacerles dejar su impresión dígito pulgar en el libro de “Registro Unico”, cuando se le abonaban los sueldos.

No me caben dudas que estas imágenes me sensibilizaron y cuando en 6to. año un profesor nos preguntó qué carrera íbamos a seguir, no dudé en responder que algo relacionado con lo laboral. Tenía entonces 18 años.

Mis experiencias laborales

Me recibí de Contador Público en el año 1981 y casi un año antes de mi graduación había ingresado a trabajar en el Banco Noar en el área de Auditoría.

En el año 1984, por una reorganización interna en el Banco, paso a desempeñarme como Jefe de Personal y luego como Gerente de Recursos Humanos. En esos años, principio de los noventa, sentí la necesidad de una mayor formación en la gestión de RR.HH., pero en el medio no había ofertas de ningún tipo. Tampoco tenía referentes cercanos en el tema con los cuales reunirme e intercambiar experiencias.

Luego en el año 1993 paso al Banco Empresario, en el que me desempeñe como Gerente de Recursos Humanos hasta el año 2003, en el que dejo la relación de dependencia para dedicarme a la docencia y a la consultoría.

Años de Formación y personas que mas influyeron

Rescato de mi memoria, momentos durante mis estudios en el secundario, en los que en algunas materias, los profesores nos daban a los alumnos la posibilidad de “dar una clase” a nuestros compañeros, quizás allí nace mi vocación docente.  Luego al finalizar el 6to. año, el Director de Estudios nos ofreció preparar en el Colegio a los alumnos de primero, segundo y tercera año que tenían que rendir materias en Diciembre y en Marzo. Este hecho creo que terminó de confirmar mi vocación docente, cuando tenía recién 18 años.

Cuando ingreso a la Universidad, recién pude acceder a una Ayudantía en el 4to. año de la carrera (año 1979)  en la asignatura Organización Contable de Empresas , y menciono a quien me dio la oportunidad: el Prof. Esteban Marchese , un ejemplo como docente, profesional y persona.

Luego de graduarme en el año 1981, tuve un fugaz paso por la docencia en Administración de Personal en la UNSTA, colaborando al profesor José Enrique Santillán.

En el año 1989, rindo como concurso como JTP, en la Cátedra de Administración I, una materia común a las tres carreras, cuyo titular era y sigue siendo el Profesor José Ignacio Legorburu.

Luego continuó mi carrera docente, accediendo al cargo de Profesor Adjunto de la misma y rendí concurso en el año 2006 como Profesor Asociado en Admnistración de Personal. Actualmente tengo a cargo las materias: Administración II ( Curso de Comportamiento Organizacional) y Admin. de Personal.

También participo desde el año 2000, como docente en la Maestría en Administración y en la Especialización en Recursos Humanos, carrera ésta última en la que participé en su  creación y formo parte de su Consejo Directivo.

En el momento en que tuve que “enfrentar” clases en los Posgrados mencionados, comencé mis estudios de posgrados, puesto que – no obstante mi experiencia profesional en el tema – debía poseer este nivel de estudios. Es así que – dadas mis limitaciones por el tema laboral – decidí inscribirme en el año 2000  para hacer la Especialización y la Maestría en Dirección de Recursos Humanos, a distancia, en la Universidad Politécnica de Madrid. Culminé la Especialización en el año 2002 y completé los créditos para la Maestría en el año 2005, restándome a la fecha la tesis, que está en elaboración.

Todos estos años como docente de grado y posgrado, han sido para mi de una gran satisfacción personal, porque he podido crecer como persona, como docente y como profesional. Porque además siento que mi experiencia a través de los años transmitida a los jóvenes estudiantes, es muy necesaria y lo hago con entrega. Trato de “no dar clases”, sino de “darme en la clase”.

Creo y valoro como mi mayor logro en la Facultad, el hecho de obtener respuestas muy positivas de parte de los alumnos. Muestras de reconocimiento y afecto que exceden el ámbito del aula y de la Facultad. Sin dudas, el mayor elogio que me hicieron fue hace ya algunos años cuando una alumna de forma espontánea al cruzarnos por un pasillo, me dijo: “gracias profesor porque Ud. nos hace pensar”.

Creo que en todo trabajo, pueden coexistir tres motivaciones: trabajo por la subsistencia, por el gusto o “amor” por la disciplina y porque nos interesa fundamentalmente “ el otro”. A mi entender y como trato de vivirlo es que la primacía de las motivaciones sea la tercera por encima de las otras dos.

Juicio sobre la tarea esencial, específica de una Universidad

DE LOS FINES Y OBJETIVOS (artículos 3 al 4) Ley 24521

artículo 3:

ARTICULO 3 – La Educación Superior tiene por finalidad proporcionar formación científica, profesional, humanística y técnica en el más alto nivel, contribuir a la preservación de la cultura nacional, promover la generación y desarrollo del conocimiento en todas sus formas, y desarrollar las actitudes y valores que requiere la formación de personas responsables, con conciencia ética y solidaria, reflexivas, críticas, capaces de mejorar la calidad de vida, consolidar el respeto al medio ambiente, a las instituciones de la República y a la vigencia del orden democrático.

ARTICULO 28. – Son funciones básicas de las instituciones universitarias: a) Formar y capacitar científicos, profesionales, docentes y técnicos, capaces de actuar con solidez profesional, responsabilidad, espíritu crítico y reflexivo, mentalidad creadora, sentido ético y sensibilidad social, atendiendo a las demandas individuales, en particular de las personas con discapacidad, desventaja o marginalidad, y a los requerimientos nacionales y regionales. b) Promover y desarrollar la investigación científica y tecnológica, los estudios humanísticos y las creaciones artísticas; c) Crear y difundir el conocimiento y la cultura en todas sus formas; d) Presevar la cultura nacional; e) Extender su acción y sus servicios a la comunidad, con el fin de contribuir a su desarrollo y transformación, estudiando en particular los problemas nacionales y regionales y prestando asistencia científica y técnica al Estado y a la comunidad.

Me parece fundamental y de ninguna manera una redundancia volver a las fuentes, al sentido de ser de la Universidad porque los que formamos parte de ella, necesitamos esta reflexión y esta mirada hacia el interior, para poder proyectarnos al futuro.

Y reflexionando sobre esa esencia, y tomando el título que le dieron a este espacio “ La UNT por sí misma”, que entiendo como el de un desafío lanzado para repensar y mirarnos sobre cómo hemos venido construyendo esta Institución, me parece importante reflexionar sobre tres temas que planteo a partir de mi vivencia como docente y como quien forma parte de la gestión actual, como integrante del Consejo Directivo de la Facultad.

Autonomía Universitaria

En estos últimos años de vida universitaria mas intensa, por dedicación y participación en diferentes situaciones, veo con preocupación amenazas a la autonomía universitaria por diferentes vías.

En primer lugar me parece atinado citar un párrafo del trabajo de María Catalina Nosiglia: “Poder y autoridad: el impacto de la Ley de Educación Superior en el gobierno de la universidad Argentina: “ Vanossi describe tres concepciones presentes en la legislación nacional universitaria respecto a la autonomía: una negatoria , que rechaza la mínima posibilidad de independencia de la universidad respecto del poder central; otra absoluta, que plantea la independencia total, una suerte de Estado dentro de otro Estado; y finalmente una concepción relativa, según la cual la autonomía es una forma valiosa y necesaria que no debe excluir la adecuada inserción de las funciones y fines universitarios con los demás fines nacionales y sociales, o sea, que se concibe a la autonomía como un medio pero no como un fin en sí mismo; la autonomía es un instrumento de protección de la actividad universitaria pero no una vía de segregación o apartamiento del resto de la comunidad, o un pretexto para abrazar fines contrarios o diversos de los establecidos por la sociedad políticamente organizada” (Vanossi, 1989).”

En el mismo libro, en el artículo “”La gobernabilidad de la universidades nacionales en la Argentina” , los profesores Daniela Atairo y Antonio Camou, manifiestan  ‘”Como es sabido, el reclamo por la autonomía fue enarbolado con especial ímpetu por los reformistas de 1918, y desde entonces los sectores más dinámicos y progresistas de la vida universitaria lo han mantenido como un principio clave que garantiza la calidad, la pluralidad y la independencia crítica de la investigación y la enseñanza. Pero si este principio sigue siendo válido, lo que ha ido cambiando con el tiempo son las diferentes fuentes que lo amenazan, y por tanto, se ha vuelto una necesidad funcional al interior del debate universitario revisar los postulados y mecanismos institucionales que los instrumentan”.

“ En términos muy resumidos, podríamos decir que la autonomía institucional del campo universitario puede verse amenazada desde tres diferentes ángulos. Hay una conocida amenaza desde “arriba” , en términos de la subordinación de la producción del saber a los dictados y beneficios de los gobiernos de turno. Hay una amenaza “desde afuera”, cuando se pretende imponer al conocimiento crítico de la sociedad las lógicas de los mercados concentrados, del pensamiento único y de los intereses transnacionales. Pero desgraciadamente también hay una amenaza “desde adentro” a la que habitualmente se presta menos  atención . En este caso nos referimos a la operatoria de redes político-partidarias insertas en la universidad, embarcadas en imponer decisiones subordinadas a los intereses de partido o de grupo, y que desconocen las exigencias de las lógicas legitimatorias de los saberes científicos. Donde esa lógica clientelar se impone, los problemas de la vida universitaria pierden autonomía académica”.

Veo con preocupación la intromisión, y lo que es peor, la búsqueda de dependencia o de “padrinazgos” o “bendiciones” por parte de los actores universitarios, de políticos del gobierno provincial o nacional.

Creo por otra parte en una autonomía responsable que de alguna manera tiene que ver con la concepción de una autonomía relativa, es decir, según mi opinión la autonomía no es un fin sino un medio. Creo en una universidad comprometida con el medio y responsable por el rol que la sociedad le demanda. Una universidad que no esté cerrada en sí misma blandiendo el principio de la autonomía, pero tampoco dependiente de los intereses de los políticos o gobernantes de turno, cuyos fines y objetivos son diferentes a los de la Universidad.

Finalmente y citando a Camou, manifiesta: “las universidades nacionales se organizan de acuerdo con ciertos principios: el principio académico: científico-técnico y profesional, vinculado a la formación y la producción del conocimiento; el principio de responsabilidad social: en tanto instituciones públicas, las actividades que desarrolla la universidad deben guardar pertinencia y relación con las demandas de la sociedad; el principio democrático: vinculado a la participación de los estamentos universitarios en el gobierno de la universidad y la deliberación colectiva como mecanismo de toma de decisiones y el principio burocrático, relativo a la gestión universitaria. En este sentido el autor enfatiza que el principio primordial que está por encima de los otros, es el académico, debido a que la función preeminente de la universidad es producir y transmitir el conocimiento.”

Inclusión social

Otro tema que me preocupa y que ha sido objeto de múltiples análisis y discusiones es el de la “efectividad” del principio de  “inclusión social” a través del ingreso irrestricto y de la gratuidad de la enseñanza,  lo que comparto plenamente porque considero que la Universidad es un “bien público”.

Pero hablo de la efectividad del mismo es decir, la Universidad realmente “incluye”? O con el permitir que “pasen todos” por decirlo de alguna manera, creemos que se cumple lo de la “inclusión social”?

Al respecto me gustaría citar parte de un reportaje que le hacen a la Profesora Ana María Ezcurra, de la Universidad General Sarmiento, quién publicó en el año 2011 el libro “ Igualdad en Educación Superior: un desafío mundial “ :

Su libro Igualdad en educación superior diagnostica la convergencia global de dos procesos en los sistemas universitarios: masificación de la educación superior y altas tasas de abandono estudiantil. ¿Cuál es la relación entre estos procesos? ¿Es casual o causal?

–La relación es causal. La investigación que llevamos adelante en la UNGS recorta la problemática de la desigualdad en la educación superior a escala global, la desigualdad en el acceso. En el marco de esa problemática se identifican ciertas tendencias internacionales, a modo de hipótesis. La masificación es una tendencia estructural ya muy comprobada y reconocida, se da desde hace aproximadamente 40 años en forma intensa y continua, y se estima que va a persistir. Esta masificación implica procesos de inclusión social, de ingreso de sectores sociales antes excluidos, de franjas desfavorecidas en la distribución del capital económico y cultural. Por supuesto, este proceso de masificación es desigual a nivel internacional, hay diferencias entre regiones y dentro de las regiones, por ejemplo en América latina. Este ciclo extraordinario de masificación se asocia con tasas de deserción muy altas, incluso en países del capitalismo central. De hecho, Estados Unidos es el país con mayor deserción en educación superior. La problemática de la desigualdad en educación superior hace a la justicia social, también al desarrollo nacional, al poder de las naciones en el contexto de la globalización y la sociedad del conocimiento. La hipótesis central es que esta alta deserción implica una desigualdad social aguda y en alza.

–¿Por qué?

–Porque afecta sobre todo a esa población desfavorecida en la distribución del capital económico y cultural que, con la masificación, logra ingresar en el sistema educativo superior. Por eso decimos que hay un proceso de inclusión que es, a la vez, excluyente. La relación es causal, son procesos vinculados: las franjas sociales que se incluyen son luego las más afectadas por el abandono. Hay una imagen muy ilustrativa del investigador Vincent Tinto: él dice que la presunta puerta abierta a la educación superior es una puerta giratoria. Así como entran, rápidamente salen. Hay brechas de graduación muy fuertes, y son brechas de clase. Una segunda hipótesis fuerte es que estos procesos de exclusión y abandono se concentran en primer año, no sólo, pero sí principalmente. El primer año, el momento del choque con la universidad, es un tramo crítico.

Luego de hacer una diferenciación entre lo que llama el  “capital cultural esperado”  por la Universidad respecto a lo que deberían traer los alumnos, con el “capital cultural real” que obviamente es cómo vienen realmente, manifiesta que :

–De acuerdo con nuestras hipótesis, los establecimientos de educación superior y, en particular, las universidades no son un factor causal más sino que son un condicionante primario, una determinación dominante en el desempeño académico, en la permanencia, en la graduación y, por lo tanto, en el abandono. Desde la sociología de la educación hablamos del alumno esperado por las instituciones y, en particular, del capital cultural esperado. ¿Qué significa esto? Es un sistema institucional de expectativas respecto de los conocimientos, habilidades y hábitos académicos críticos que se presupone que los alumnos ya poseen y, por lo tanto, no son materia de enseñanza. Es una enseñanza omitida. En las franjas sociales donde ese capital cultural no está se generan “dificultades por desconocimiento”.

Desde mi punto de vista y mas allá de las opiniones respecto a cuáles son las causales de la deserción y las posibles soluciones, lo que queda claro es que “ hay un proceso de inclusión  excluyente” y que debemos – sobre todo los que somos parte de una Facultad con carreras masivas – buscar las razones y las posibles soluciones, y no pensar que porque la “puerta” esté abierta “cumplimos con la inclusión social”.

Cultura de la excelencia

Para la disciplina Administración desde el punto de vista académico y también profesional, el concepto de “cultura de la organización “ es muy importante, porque significa en términos sencillos “la forma particular que tiene una organización o empresa de hacer las cosas”. Es un concepto también complejo de percibir en las organizaciones porque tiene componentes tangibles y otros intangibles. Dice el Profesor Edgar Schein que la cultura es “ un conjunto de creencias – inventadas, descubiertas o desarrolladas por un grupo a medida que aprende a afrontar sus problemas de adaptación externa y de integración interna – que ha funcionado suficientemente bien para ser juzgada válida y, consiguientemente para ser enseñada a los nuevos miembros como el modo correcto de percibir, pensar y sentir sobre estos problemas”.

De aquí podemos rescatar que la cultura de una organización, plantea nada mas y nada menos que una concepción sobre el hombre y el mundo que lo rodea y que se manifiesta en todos los aspectos, repito – tangibles e intangibles – de la vida de la misma, esto es, por ej. cómo valora o qué concepción tiene ese grupo humano del “otro” (cliente, empleado, proveedor, alumno, profesor, etc.); cómo resuelve sus conflictos; cómo valora y trata al medio ambiente o la naturaleza; etc.

Es fundamental para el administrador entender, comprender y descubrir o detectar las características  de  la cultura de la organización, porque es parte del diagnóstico del que debe partir para cualquier proyecto que quiera emprender o intervención que quiera realizar sobre todo si hablamos de procesos de cambio.

Y hay autores que clasifican a las culturas según las características que la componen, así llaman “Cultura apática” como características:

– no ponen énfasis ni en las personas ni en la mejora del desempeño (procurar la excelencia);

– las reglas (reglamentos) son extremadamente importantes, así como los procedimientos, costumbres, hábitos de toda la vida, “siempre lo hemos hecho así”;

– los directivos de estas organizaciones están extremadamente limitados por los procedimientos porque han sido reforzados para darle continuidad. De ese modo pueden garantizar el producto y protegerse a sí mismos contra cualquier crítica;

– las personas que son atraídas hacia organizaciones apáticas piensan que ahí hay mucha seguridad en el trabajo. Tales personas tienden a alejarse del riesgo y no ser competitivas;

– no debe sorprender que las promociones sean lentas y automáticas, que las evaluaciones sean algo raro, que sea importante “jugar según las reglas” y que la política y los convenios sean algo común;

Uno podría rápidamente concluir que esta descripción es la de una organización de tipo burocrática, característica de las organizaciones de gestión pública, a la que la Universidad pertenece, aunque no digo que la posea.

Pero justamente me parece que en contraposición a este tipo de cultura debemos procurar una organización con una cultura de excelencia y de una actitud proactiva de parte de quienes la formamos orientada a la mejora permanente.

Una cultura que básicamente posea estas características:

– independientemente de los fines específicos explicitados en la ley, generar una visión compartida por los integrantes de la comunidad académica. Visión que marque un rumbo y que sea el marco adecuado para la toma de decisiones;

– que los que formamos parte, busquemos permanentemente crecer, docentes, no docentes y por supuesto los alumnos;

– que la sociedad a la que pertenecemos, nos valore porque somos creíbles, porque trabajamos seriamente, y porque contribuimos a mejorarla;

– quizás en esto los docentes y los que estamos a cargo de las cátedras tenemos una mayor responsabilidad. Tenemos que generar en nuestros colaboradores la actitud para mejorar siempre, en la disciplina curricular y como docentes. Pero también en el crecimiento como equipo de trabajo;

– tenemos que procurar “hacer lo mejor que uno puede”, esforzándonos por alcanzar los resultados que nos proponemos, usando los recursos siempre escasos de una forma óptima;

– debemos procurar que todas nuestras decisiones y nuestro actuar  esté orientado a lograr la visión que nos proponemos, de lo contrario podemos caer en la calificación utilizada por algunos autores de administración que hablan de “ organizaciones esquizofrénicas” es decir que “ dicen que van a hacer algo” pero en la realidad sus acciones van orientadas en otro sentido o lo que es peor en sentido contrario;

Pero para que ello ocurra necesitamos:

a) Líderes (Schein manifiesta que  “la cultura y el liderazgo son dos caras de una misma moneda”) que estén comprometidos con esta visión y que sobre todo amen la Universidad. El amor lo entiendo como entrega, como el que actúa pensando mas en el otro y en los otros que en su propio interés. Los líderes generan cultura, porque con su posición jerárquica, su poder y su autoridad pueden influir y hasta definir “cómo se hacen las cosas”.

Ahora bien, se debe tener en cuenta que – desde mi humilde opinión y en coincidencia con algunos autores – la principal característica que debe poseer el líder para influenciar sobre sus colaboradores es el ejemplo. La coherencia y la integridad son dos características indispensables que señalan en forma permanente los colaboradores sobre lo que reclaman de sus líderes.

b) y el otro aspecto para lograr una cultura de excelencia es la existencia de la “voluntad política” para lograr que una “Institución mejorable” y que sea susceptible de ser: evaluable, diagnosticable y capaz de asumir un plan de mejoramiento. Esto a su vez requiere: que exista la información suficiente, confiable y actualizada sobre sí misma; que exista una disposición para la auto- evaluación que involucre a los principales agentes institucionales y que exista un programa de evaluación metodológicamente consistente.

Valores y principios que deberían transmitirse. El tema de la ética profesional

Sin entrar en profundidad en el tema ética, para lo cual sería una imprudencia de mi parte por mi formación profesional, ni en las diferentes consideraciones de los filósofos a través de la historia comenzando por Platón y Aristóteles, me animo a partir de una definición muy general que la tomo de lo que plantea la Profesora Adela Cortina de la Universidad de Valencia en su libro “Ética de la empresa”: “ nos arriesgamos a decir que la ética es un tipo de saber de los que pretende orientar la acción humana en un sentido racional; es decir pretende que obremos racionalmente. Pero este saber para actuar no sólo en un momento puntual, como para fabricar un objeto o conseguir un efecto determinado, como ocurre con otro tipo de saber – el saber técnico- sino para actuar racionalmente en el conjunto de la vida, consiguiendo de ella lo mas posible, para lo cual es preciso saber ordenar  las metas de nuestra vida inteligentemente.

Luego la autora explicita que, las sencillas expresiones “racional” y “obrar racionalmente” son mas complejas de lo que parece, porque a lo largo de la historia han ido ganando una multiplicidad de significados, que son los que han hecho que el saber ético se entendiera de manera diferente.

Explicita también que estos modos del saber ético serán dos: aprender a tomar decisiones prudentes y aprender a tomar decisiones moralmente justas.

Desde el punto de vista de la persona, su obrar racional estará orientado a conseguir un fin último que es la felicidad, en este caso los hábitos que les ayuden a ser felices serán virtudes y los que lo alejen de ella vicios.

Ahora bien en el plano de las organizaciones, la autora Cortina plantea:

“Para diseñar una ética de las organizaciones sería necesario recorrer los siguientes pasos:

1) determinar claramente cuáles es el fin específico, el bien interno a la actividad que le corresponde y por el que cobra su legitimidad social;

2) averiguar cuáles son los medios adecuados para producir ese bien y qué valores es preciso incorporar para alcanzarlo;

3) indagar qué hábitos han de ir adquiriendo la organización en su conjunto y los miembros que la componen para incorporar esos valores e ir forjándose un carácter que les permita deliberar y tomar decisiones acertadas en relación con la meta;

En este sentido plantea: “ el fin de las organizaciones es sin duda un fin social, porque toda organización se crea para proporcionar a la sociedad unos bienes, en virtud de los cuales queda legitimada su existencia ante la sociedad. A diferencia de las personas, cuya existencia no necesita legitimación, las organizaciones han de proporcionar unos bienes a la sociedad para ser aceptados por ella. Y lógicamente, en el caso de que los produzcan, la sociedad tiene derecho a reclamárselos y , por último a deslegitimarla”.

Pues bien entonces cuando la organización Universidad, no cumple como bien público el fin para el cual ha sido creada o los que tenemos responsabilidad de conducción  en cualquier nivel, usamos nuestra posición con otros fines, por supuesto que no estamos actuando éticamente y así no podemos formar futuros profesionales que se comporten éticamente.

Creo que es muy necesario que el tema esté presente en el currículo universitario según el campo científico o disciplinar que se trate. Los profesores y los alumnos debemos poner el tema sobre la mesa, conocerlo, comprenderlo, analizarlo y ponerlo en la  perspectiva de la actuación profesional futura.

El Profesor Juan José Gilli, de la Facultad de Cs.Es. de la UBA, un estudioso del tema de la enseñanza de la ética en las Cs.Es. plantea en un artículo de su libro “la ética en la formación profesional de los administradores”:

– La falta de conducta ética en los negocios tiene efectos no sólo sobre las empresas sino sobre la sociedad toda ya que la corrupción, como manifestación extrema, reduce las posibilidades de desarrollo económico y provoca inequidades significativas.

– Considerando que los profesionales en Cs. Es.  participan en forma significativa en las decisiones empresarias, cabe preguntarse si éstos han recibido suficiente formación ética en su paso por la Universidad.

– Los adelantos tecnológicos se extienden por el mundo impulsados por el pragmatismo económico, pero esa búsqueda de efectividad y de resultados a corto plazo requiere además reflexionar acerca de los efectos no deseados de la técnica.

– La proliferación de cursos y publicaciones sobre temas de ética empresarial y el desarrollo de códigos e indicadores empresariales plantean la duda si se trata de una necesidad sentida o una moda impulsada desde la perspectiva de la comunicación y el marketing.

– En el contexto de las decisiones empresarias, los profesionales de Cs.Es. deben preocuparse tanto de asegurar los resultados económicos como tener un comportamiento ético. Para ello, la formación profesional debe incorporar la reflexión acerca de los valores presentes en todas las decisiones.

– La incorporación de la reflexión ética en la formación profesional representa en definitiva el fin último de la educación: ayudar a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser (Hesíodo en Jaim Etcheverry).

Pero este “poner en debate” el tema, se debe complementar con el ejemplo concreto de los principales responsables de la formación de nosotros los docentes. Es decir actuar en el espacio universitario y vivir conforme a los valores y virtudes en los que creemos. Porque probablemente nuestros alumnos “aprendan” mucho mas de lo que ven de la coherencia de nuestra conducta, que de lo que les decimos. Como dice un dicho “las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran”

En fin como conclusión quisiera leer el siguiente párrafo:

“Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y – lo que es peor aún – el lugar donde las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. “

“Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático”

“La Juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica. Manifiesto de la Federación Universitaria Cordobesa.”

Para terminar quiero explicitar mi compromiso con la Universidad con el siguiente párrafo del escritor mexicano Carlos Fuentes:

Creo en la universidad. La universidad une, no

separa.  Conoce y reconoce, no ignora ni olvida.

En ella se dan cita no solo lo que ha sobrevivido,

sino lo que está vivo o por nacer en la cultura.

Pero para que la cultura viva, se requiere un

espacio crítico donde se trate de entender al otro,

no de derrotarlo – y mucho menos, de exterminarlo-

universidad y totalitarismo son incompatibles.

Para que la cultura viva, son indispensables

espacios universitarios en los que prive la reflexión,

la investigación y la crítica, pues estos son

valladares que debemos oponer a la intolerancia,

al engaño y a la violencia.

Las culturas se influencian unas a otras.

Las culturas perecen en el aislamiento y florecen en la comunicación.

La universidad está llamada, por su nombre mismo, a mediar entre las culturas, desafiando prejuicios, extendiendo nuestros límites, aumentando nuestra capacidad para dar y recibir y nuestra inteligencia para entender lo que nos es ajeno.

En la universidad podemos abrazar la cultura del

Otro a fin de que los Otros puedan abrazar nuestra propia cultura.

CARLOS FUENTESEn esto creo

(México, Seix Barral, 2002)