Guerras comerciales, la lección de los años 30

Guerras comerciales, la lección de los años 30

Publicado en LA NACION, en: http://www.lanacion.com.ar/1957596-guerras-comerciales-la-leccion-de-los-anos-30

Juan Carlos de Pablo

DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2016
El triunfo de Donald Trump, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ha generado muchas preocupaciones. Una de ellas es el cierre de la economía del referido país al comercio internacional y a la exportación de inversiones extranjeras, porque disminuyen los puestos de trabajo y los salarios en EE.UU. y los generan en países como México y China. ¿Qué ocurrió en la década de 1930, cuando Estados Unidos aprobó la ley Hawley-Smoot?
Al respecto consulté al polaco Tadeusz Mieczyslaw Rybczyinski (1923-1998), quien se inmortalizó en 1955, cuando mostró que cuando aumenta la dotación de uno de los factores de la producción, si se mantienen los precios relativos de los bienes se contrae en términos absolutos el nivel de producción del bien que utiliza dicho factor de la producción en forma menos intensiva. Ejemplo: si las galletitas se fabrican con mucha mano de obra y poco capital, y el acero se hace con mucho capital y poca mano de obra, cuando en un país aumenta la dotación de capital, a los mismos precios relativos de los bienes la producción de galletitas disminuye en términos absolutos. Según Ronald Winthrop Jones, este hallazgo integra las 4 proposiciones principales de la teoría real del comercio internacional, junto con el teorema de Heckscher y Ohlin, el de la igualación del precio de los factores, y el planteado por Stolper y Samuelson.

-La gran crisis de la década de 1930 comenzó como cualquier otra, pero se transformó en «la» crisis. ¿Qué fue lo que pasó?

-Que en Estados Unidos se adoptaron desastrosas decisiones en el plano monetario y en de la política comercial. La FED de Nueva York fue presidida por Benjamin Strong hasta que falleció en 1928, siendo sucedido por George Leslie Harrison. Este último orientó la política monetaria para abortar la burbuja bursátil, contrayendo fuertemente la oferta monetaria. Un desastre, porque equivale a meter en un freezer a un paciente que tiene un dedo afiebrado, por una infección. Baja la temperatura del dedo, pero todo el cuerpo del paciente queda afectado.

-¿Y en el plano comercial?

-En 1928, los senadores Willis C. Hawley y Reed Smoot presentaron un proyecto de ley aumentando los aranceles aduaneros, principalmente agrícolas, legislación que por inercia parlamentaria recién fue aprobada en 1930. Es decir, no derivó de la crisis de 1929, pero contribuyó a ella, porque generó represalias comerciales por parte de Alemania, Canadá, Francia e Inglaterra; además del abandono del patrón oro.

-¿Puede ahora ocurrir algo parecido?

-En la Fed, no. Benjamin Shalom Bernanke diagnosticó correctamente el error de política monetaria cometido durante la década de 1930, y por consiguiente contribuyó a morigerar los efectos de la denominada crisis «subprime». Yanet Louise Yellen y Stanley Fischer, actuales presidente y vice del Fed, son tan profesionales como Bernanke, de manera que en este sentido no cabe preocuparse.

-¿Y en el plano comercial?

-No está tan claro, pero ni el presidente Trump ni los legisladores de Estados Unidos pueden decidir la política comercial, pensando que no van a tener que sufrir represalias, particularmente de China. Sus asesores, y los historiadores económicos, harían bien en mostrarles claramente la costosa experiencia de la década de 1930.

-Datos para preocuparse, entonces, no faltan.

-Pero lo meramente posible no es suficiente para tomar decisiones. Sugeriría utilizar el denominado esquema error tipo I, error tipo II. Según el cual, en este caso se equivoca quien adopta sus decisiones pensando que Trump producirá un clataclismo comercial mundial, si no se produce; y también se equivoca quien las adopta pensando que no se producirá el referido cataclismo y resulta que se produce.

-Usted, ¿qué recomienda?

-Darle el beneficio de la duda a la cordura. Porque quien abre el paraguas, si luego no llueve, les deja el mercado a sus competidores; mientras que quien no lo abre, si luego llueve, se moja. Ningún empresario arriesgará dejarles el mercado a sus competidores, y ojalá no se equivoque.

-Don Tadeo, muchas gracias.