La gestión verde: riesgos vs. beneficios

Nota publicada en Revista Mercado. LUN 07 FEB 2011

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Para empresas y organizaciones grandes que actúan en el presente, complejo clima de negocios, analizar ciclos de vida –el efecto de un producto en el entorno- y planear en consecuencia ya no se limita a presentar informes internos, balances, etc.

 Ese proceso, por el contrario, debe integrarse apropiadamente a las prácticas de gestión. Particularmente, porque la sociedad contemporánea les pone precio a la contaminación, vía topes, canje de emisiones y otros métodos que se encaran en Europa occidental pero, todavía, no cristalizan en Estados Unidos, Asia oriental o Latinoamérica. De un modo u otro, el sector privado va descubriendo que analizar ciclos de vida reduce desechos, ahorra costos y lo prepara para regulaciones más duras.

Empleada con sensatez, la “evolución verde” ayudará a que una empresa identifique oportunidades de mayor rentabilidad mal aprovechadas o, simplemente, perdidas. Por ejemplo, ¿pueden los subproductos de un proceso reciclarse o revenderse?, ¿pueden los desechos extraerse de un sistema?, ¿puede limitarse el uso de agua potable o controlarse la contaminación atmosférica?
Una variante del análisis por ciclos de vida es relativamente nueva e involucra la idea de gestión de “cadenas verdes”. En algunos casos, éstas requieren a los proveedores cumplir con estrictas normas de conducta y revelar datos relativos al impacto de sus cadenas de abastecimiento. Por ejemplo, tener en cuenta sólo efectos directos.
Esa política arriesga dejar fuera más de 75% de emisiones tipo invernadero generadas por determinados procesos industriales. Así puntualizan investigadores de la universidad Carnegie Mellon, aludiendo a una evaluación de la firma Timberland sobre los efectos contaminantes de sus botas de cuero. Al respecto, 80% puede atribuirse a sus fuentes de abastecimiento –especialmente las vacas-, que generan metano, un potente gas que fomenta el recalentamiento atmosférico.