Necesitamos cambiar

 Texto: THE END OF PROGRESS. How Modern Economics Has Failed Us.

Graeme Maxton. Wiley 2011.
Cp. 13. NECESITAMOS CAMBIAR.
Traducción: Miguel A. Pero. Diciembre 2011.
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN: Desarrollo Económico, un enfoque interdisciplinario.
Los hechos no dejan de existir porque sean ignorados.
Aldous Huxley
El futuro al que nos enfrentamos es poco hospitalario. Quizás no estemos en línea por otra dosis de Era de la Oscuridad con laconsecuente desintegración de gran parte de la sociedad civilizada, una guerra continua entre estados y hambrunas frecuentespero, ciertamente nos estamos encaminando en esa dirección. Tenemos una pesadilla financiera que no podemos resolver sin uncambio radical en nuestra forma de pensar. Existe la seria perspectiva de un agotamiento de los recursos naturales que afectará atodos en el planeta así como también a las generaciones futuras. Y existen crecientes amenazas a la estabilidad y cohesión social.
Por supuesto que esos problemas serán resueltos. La pregunta es cómo serán resueltos. Podrá la humanidad pararse ante eldesafío que nos espera y enfrentarlo como una especie unida? Estaremos dispuestos todos juntos, al sacrificio por el bien denuestros hijos y nuestras sociedades?
O nos caeremos ante el primer obstáculo? Elegiremos en su lugar, el camino del caos y del propio interés?
Probablemente podamos encontrar una manera de sortear los problemas financieros y la escasez de petróleo. De alguna formapodemos administrar las deudas y existen al menos una docena de posibles reemplazos del petróleo, aunque probablementenecesitemos hacer uso de todos ellos. Sin embargo, resolver ambos desafíos será caro, engorroso y complicado. Habrá muchasequivocaciones en el camino y muchas oportunidades de desarrollo de conflictos entre las naciones.
Podemos también cambiar nuestra dieta. Para millones de nosotros existe poco riesgo de hambruna, menos salud y vida máscorta, pero sí existe para cientos de millones.
También se necesitará pensar más sobre los sueños y expectativas. Algunos países y miles de millones de personas necesitaránbajar sus expectativas y de un modo sustancial. Tendrán que aceptar que sus hijos no pueden esperar un estándar de vida mejorque el propio y que puede aún ser peor. También muchas naciones en desarrollo tendrán que aceptar que nunca se convertirán ennaciones industrializadas como alguna vez tuvieron esperanza. Lugares como China e India tendrán que aceptar que nunca podránalcanzar el estándar de vida común hoy en Occidente. Simplemente no hay suficientes recursos.
Podemos cesar en tener tantos hijos. Podemos crear un mundo que haga menos demanda de los recursos naturales de la tierra, no más.
Deberíamos encontrar respuestas diplomáticas a las fuentes de conflicto entre los habitantes del mundo. Una conversación calmapuede remover la necesidad de armas, misiles y lanzas de fabricación casera.
Es confortable pensar que esto es lo que sucederá al menos por ahora. Es mejor observar esa clase de futuro que otro másdesierto, el que solo induciría insomnio. Esperamos que habrá una transición, un pasaje embrollado, confuso, y que será locorrecto. Esperamos que nuestras vidas no vayan a cambiar mucho.
Pero sí cambiará. Aún sin guerra y grandes hambrunas, miles de millones de nosotros tendremos que modificar lo que hacemos,recortar los recursos que usamos y cambiar aquello que valoramos. Tendremos que cambiar nuestra forma de vivir, quiérase o no.
Para aquellos que abracen el cambio, lo encontrarán duro. Se requerirá una forma de pensar diferente a la actual, una nuevamanera de ver el mundo, de relacionarse con él. Sin embargo, para aquellos que resistan el cambio y es probable que sea unamayoría, la transformación será todavía más dura.
Esa resistencia agregará todavía más peligros a los que ya se visualizan.
Lo que Ud. necesita amigo es una nueva lavadora.
Hay mucha gente sensata, incluso economistas ganadores de premios que trabajan en Washington, que piensan que losproblemas financieros son de fácil reparación. Ellos consideran soluciones simples. Todo lo que se necesita es efectuar unospocos cambios en algunas partes y estos problemas se esfumarán. Sólo está fallando la máquina. Una nueva lavadora, un pocomás de combustible, un ajuste en las palancas correctas y el problema será resuelto en un santiamén.
Las soluciones que proponen son ciertamente tentadoras. Dicen que todo lo que se necesita es actuar en conjunto para coordinaruna política global que nos saque de la espiral de la deuda. Dicen que, si se puede impulsar el gasto en los países que todavíatienen alguna capacidad para consumir y liberalizar en otros con algunas restricciones molestas, se abrirán nuevas oportunidadesy muy pronto el mundo volverá a la senda del crecimiento.
El inconveniente con estas ideas es que estos economistas ven el problema como la solución. Ellos demandan más gasto, másconsumo y una adopción aún más amplia de las modernas ideas económicas de mercado libre. Algunos de los proponentes sonconocedores de los problemas que este enfoque ha creado, los desequilibrios y el sobre uso de los recursos, pero argumentanque pueden ser solucionados. Dicen que cuando la economía este nuevamente en equilibrio, se tendrá el tiempo para pensarcómo llenar el crack. Podemos apoyarnos en la intrínseca capacidad de la humanidad para innovar dicen, sin entender que existenleyes de la naturaleza que se necesitan sobrepasar.
Si bien sus sugerencias son atractivas, es improbable que funcionen. Cuándo los tiempos son económicamente difíciles, lospaíses no actúan en conjunto para el bien común en el largo plazo. En 2008, los países integrantes del G 20 estaban dispuestos aactuar en conjunto para estabilizar el sistema financiero en el pico de la crisis. Pero hacia fines del 2010 nuevamente estaban endesacuerdo, más interesados en sus propios objetivos que en cualquier solución global. Más aún, lo que estos economistasproponen no es justo. Sugieren que países que han sido frugales, peguen un manotón a sus ahorros sólo para reducir la montañade deuda de los que han sobregastado.
También las soluciones que se proponen son equivocadas. Alentar a los ciudadanos de los países frugales en el gasto a consumirmás es sólo llevarlos a los mismos problemas que aquejan a U.S.A – demasiado endeudamiento, ningún ahorro y sociedades confoco en la ganancia material. No tiene sentido convencer a China que se convierta en una sociedad impulsada por el consumo y con endeudamiento sólo para resolver los problemas en muchos países de Occidente. Ni tampoco es posible. No hay en todo elplaneta recursos naturales suficientes para que China gaste en la forma que lo hizo Occidente.
Es como si estos economistas desearan imponer al resto del mundo un modelo fallido, con centro en U.S.A, uno basado enmercados irrestrictos, consumismo y beneficio – con la esperanza que su aplicación universal resolverá los puntos obviamentedébiles del sistema. Tal equivocación sólo
hará que empeore el panorama a largo plazo. El globo de la deuda mundial necesita ser reducido, no expandido. Necesitamosconsumir menos, no más.
De esta manera, las ideas económicas usadas en Occidente necesitan cambiar retornando a algo más parecido a lo intentadooriginalmente por Smith (Adam). Se necesitan implementar cambios que sean iguales en magnitud a la escala de los problemasque enfrentamos. Esto significa que necesitamos hacer ajustes fundamentales a nuestras filosofías sociales.
1. Las economías de Occidente necesitan achicarse.
Necesitamos pasar el trago amargo. Gran parte de Occidente y Japón necesitan abandonar sus paquetes de estímulo y planear ensu lugar, recortes en el gobierno, reducción en el gasto de los consumidores y aumentos de impuestos. Las economías senecesitan podar hasta que se conviertan en viables.
Para resolver los problemas de endeudamiento, la mayoría de los países en Occidente, así como Japón y Australia, necesitan uncambio económico estructural. Sus gobiernos necesitan introducir políticas que sean sostenibles y reparar los daños causados en los últimos treinta años. En el sector público se necesitan permanentes recortes en el gasto del estado y tasas de impuestos máselevadas.
Los impactos de tales cambios serán masivos y difíciles. Aún así, no hay garantía que funcionen y todavía, algunos gobiernosdeberán hacer frente a un default. Sin embargo son los únicos pasos prácticos que podemos tomar para atender al enormeendeudamiento. Adicionalmente, los consumidores en la mayoría de los países afectados (Japón es la excepción) necesitan serforzados a ahorrar más y gastar menos. Se necesita persuadirlos que piensen en el largo plazo.
El nivel de los recortes en el gasto de los gobiernos necesariamente varía de país a país. En U.S.A, UK, Japón, Grecia, Irlanda,España y muchos otros países, los recortes tendrán que ser profundamente penosos y prolongados. En otros lugares comoAlemania, no necesitan ser tan drásticos. Pero en casi todas partes, los presupuestos tanto públicos como personales, necesitanser puestos nuevamente en equilibrio. Es la única manera en que la carga de la deuda puede ser reducida sin arriesgar un colapsoeconómico.
En la mayoría de estos países los recortes en la escala que se necesita, tendrán consecuencias estructurales para otras partes delmundo. Impuestos más elevados, menores gastos del gobierno y menos gasto libre de los consumidores forzará el achicamientode muchas economías endeudadas. Como resultado, las fábricas en China y las minas en Africa, lugares dedicados a suministrarproductos a los mercados desarrollados, en forma directa o indirecta, también enfrentarán dificultades.
La implementación de tales cambios será muy dura, porque tendrán que ser profundos y prolongados. Ya UK está planeandorecortes que se mantendrán hasta 2015. U.S.A tiene un problema de endeudamiento que continuará creciendo hasta al menos2019. De manera que los recortes todavía tendrán que ser más prolongados.
Para tener éxito se necesitará que haya un cambio en la actitud de parte de casi todos los involucrados. Hasta aquí al menos larespuesta de los sindicatos de UK, Francia y Grecia es desalentadora. La función de los sindicatos es el establecimiento yprotección de los derechos de los trabajadores. No es la defensa de un sistema financiero quebrado sólo para el mantenimientode los puestos de trabajo o la edad de retiro. Los sindicatos necesitan entender que existe un problema más amplio que senecesita atender. Ellos tienen un rol vital a jugar, informando a sus miembros sobre la necesidad de un cambio económicofundamental.
También se necesitará que haya un cambio sustancial en la actitud de los gerentes de empresa y de los ciudadanos. Estoinevitablemente llevará tiempo y habrá muchas pistas falsas en el camino. Es natural para los afectados resistir los cambiosdifíciles. Sin embargo soluciones rápidas arriesgan
la creación de burbujas todavía más insostenibles. La mayoría en Occidente necesita tomar conciencia –y aceptar- que el nivel deactividad económica del pasado no era ni normal ni sostenible. Era una burbuja inflada por deuda, una economía extravagante,monstruosa, lo que tuvo consecuencias.
El resultado de estos recortes, lo nuevo normal, serán volúmenes de actividad económica mucho más bajos. El desafío para losque estén a cargo, será la navegación en una ruta hacia este nivel más bajo de actividad sin generar caos en el interín. Losconsumidores de Occidente tendrán que tomar conciencia que no pueden continuar gastando en la misma cantidad que lo veníanhaciendo.
Recortes de la escala necesitada, producirán también un cambio en la naturaleza de la demanda del consumidor de Occidente. Lanueva austeridad traerá la reaparición de la mentalidad que hace a la gente reparar, hacer y enmendar- para vivir mássosteniblemente, así como también más frugalmente. Los consumidores de Occidente demandarán productos de mayordurabilidad y que hagan un mejor uso de los recursos del mundo. Empresas de lavandería automática y de compartir autos, asícomo compañías que le permitan a la gente tomar prestado desde bolsos de fantasía, a herramientas de jardín y bicicletas son deltipo que van a prosperar.
Las empresas convencionales sin embargo van a sufrir. Verán una declinación en el volumen de ventas, una caída en los preciosque pueden lograr y una caída en el precio de sus acciones. Será muy difícil encontrar inversores para esas empresas. Tambiéndeberán soportar impuestos más elevados.
Será necesaria también una elevación en todas las formas de imposición. Los impuestos más fáciles de aumentar son aquellos que se cobran a las empresas, así como también el combustible, la herencia y las ganancias de capital, que por muchos años han sido mayormente bajos. Aumentar estos impuestos debería ser más fácil que elevar la imposición sobre la renta o las ventas.
El impuesto sobre los combustibles se necesita aumentar, no sólo por razones ambientales, sino porque los gobiernos necesitan recolectar dinero y recortar sus importaciones de petróleo. Esto es especialmente verdadero en U.S.A. Países que subsidian el precio de los combustibles incluyendo a India, China, Rusia e Irán, tendrán que reducir gradualmente esos incentivos en el interés de proteger sus reservas.
Gravar la muerte, es también más fácil que gravar la vida. Son menos problemáticos aún con las quejas de los herederos. Con los gobiernos confrontando tamaño endeudamiento, la muerte puede proporcionar una corriente muy rica de fondos necesarios.
De la misma manera, los impuestos sobre las ganancias de capital realizadas a través de inversiones, sea en acciones o inmuebles, se necesitan elevar en forma drástica. Esto tendrá el beneficio adicional de castigar al sector financiero, al que muchos contribuyentes ven como el causante del endeudamiento. También se hará más difícil para los bancos crecer demasiado, reduciéndose otra fuente de inestabilidad económica. El gravamen sobre los inmuebles hará que los compradores de viviendas entiendan que sus casas no son una fuente de beneficio. Son lugares para vivir.
También los legisladores necesitarán elevar la edad de retiro. En muchas profesiones, la edad de retiro tendrá que elevarse bien más allá de los setenta años.
Por supuesto que en U.S.A, la noción de tales cambios será especialmente dura de aceptar. Son extrañas a los principios Americanos. Se requerirá mucho tiempo para que los legisladores acepten la necesidad de los radicales recortes en el gasto público y la elevación de los impuestos, porque van en contra de la forma de vida Americana.
Tomar los pasos necesarios será todavía más difícil para las “tortas de fruta” del Tea Party, que parecen pensar que la solución a los problemas de América está en menos gobierno o en ningún
gobierno. Aunque tales ideas puedes ser laudables, no atienden al problema. América no puede cancelar su deuda masiva oatender sus obligaciones recortando el gobierno. Por medio de la persuasión no se puede hacer que los Americanos hagan un usomás responsable de las reservas petrolíferas del mundo. La responsabilidad por el pago de pensiones a los empleados público, la financiación de las pérdidas de Fannie y Freddie y el pago de las actuales obligaciones del gobierno van a continuar, sin importarcuán pequeño se haga el gobierno en Washington. Incluso la insurrección armada, algo de lo que se ha hablado seriamente poralgunos en el Tea Party, liberará a U.S.A de la carga de su deuda o sus obligaciones con el resto de la humanidad. Aunque podríatomar una década antes que los que están en el poder se hagan cargo de la idea, U.S.A tendrá que ir cambiando si el mundo va a resolver sus problemas. La economía Americana tendrá que achicarse y el gobierno tendrá que gravar mucho más. LosAmericanos tendrán que usar menos recursos naturales. O eso, o América tendrá que caer en default de sus deudas yobligaciones, trayendo el caos a todos nosotros.
2. Se necesita fijar un precio apropiado a los recursos del mundo.
Responder a los problemas e inconvenientes ambientales causados por el sobre uso de los recursos del mundo necesitará también de leyes más duras e impuestos más elevados. Al igual que gran parte de las deudas, la mayoría de los problemas de recursos y medioambiente ha sido causados por una subvaluación (precios menores) y una falta de legislación suficiente. En el caso que existan leyes apropiadas, han sido pobremente ejecutadas.
La forma más obvia de reducir el volumen de recursos que se usa es elevar el precio. Y la mejor manera de lograrlo es a través de una decidida imposición y control legislativo. Esto tiene el beneficio adicional de alentar un mejor uso de los recursos remanentes. Le dará también a la gente un incentivo para innovar. Por ejemplo en el mercado de energía se puede alcanzar un gran progreso usando más eficientemente nuestro petróleo remanente. Aquellos responsables de su extracción y el diseño de los motores encontrarán rápidamente formas de usarlo más eficientemente si el precio fuera significativamente más elevado que el actual. También, precios más elevados cambiarán el comportamiento de la gente, forzando a la gente a viajar menos, a reparar en lugar de reemplazar los ítems de los que son propietarios.
De la misma manera, la forma más obvia de discontinuar las prácticas de aquellos que polucionan, sobrepescan o dañan el medio ambiente de cualquier forma, es castigar esas actividades –y lo suficientemente fuerte para que se detengan. Forzar el cierre de las empresas contaminantes, confiscar los barcos de los pescadores codiciosos y embargar las viviendas y activos de aquellos que financian la deforestación hará que sus mentes se concentren.
El problema es como implementar esas ideas en forma global y cómo administrar sus efectos. Con la suba de los precios de muchos bienes, tales medidas van a penalizar más a los pobres que a los ricos. Existe también el riesgo que los gobiernos de muchas naciones en desarrollo vean a tales leyes como injustas, limitando el derecho o su capacidad para industrializarse o desarrollarse económicamente. Tales problemas no deberían sin embargo detenernos de tratar.
Otra opción es simplemente gravar de un modo muy fuerte el uso de las materias primas, las actividades que causan el agotamiento del stock de peces salvajes y los productos derivados de la destrucción de los bosques. Los impuestos necesitarían ser lo suficientemente elevados para poner un precio sobre las externalidades, el costo de usar los recursos que es ignorado corrientemente. Anunciar por ejemplo que en un lapso de diez años un barril de petróleo costará veinte veces más de lo que cuesta hoy –alrededor de U$S 3000 el barril- le daría al mundo el tiempo necesario y un poderoso incentivo para el desarrollo de alternativas. Proporcionaría también una clara señal, de que tenemos diez años para cambiar la forma en que vivimos. En ese
tiempo, el precio tendría que subir en forma continua e ininterrumpida a fin de ir potenciando el efecto.
Un cambio como ese nos haría conscientes que tenemos que hacernos menos dependiente de los automóviles y los aviones para el transporte personal y prepararnos para ello. Podríamos también, gravar otras fuentes de desechos y factores que contribuyen al mismo tiempo a la mala salud. Podemos penalizar a los productores de alimentos grasosos y aquellos que usan grasas transaturadas. Esto reduciría los costos médicos y haría más sana a la gente, permitiéndoles vivir mejor. Podemos también gravar las empresas de packaging, a fin de reducir el desperdicio y el uso innecesario de recursos.
Similares tributos se podrían cobrar sobre productos que usan otros recursos necesitados de protección, ya sea en los países en que son extraídos, en los países en que son transformados en productos terminados o donde son usados. Para que sea efectivo, los países no dispuestos a cumplir necesitarían ser sujetos de fuertes sanciones, para castigar su uso injusto e irrazonable de los recursos remanentes del mundo –porque los recursos remanentes del mundo pertenecen por igual a todos nosotros. Por supuesto, los precios de muchos bienes subirían en forma abrupta. Pero esto sólo es correcto. Por décadas hemos estado pagando demasiado poco.
De igual manera, cualquier producto que contenga ingredientes como aceite de palma, caucho o cualquier otro producto de la tierra donde había anteriormente bosques o selvas, debería ser gravado de tal forma que quede totalmente claro que una posterior deforestación o desmonte será enteramente no económica. Estos impuestos podrían aplicarse sobre el usuario final. Se podría prohibir el comercio de madera procedente de distintos árboles, como actualmente se hace con el marfil y otras partes de animales. Aún el comercio de muchos productos hechos de estas maderas podría ser prohibido o controlado en forma muy estrecha.
De la misma manera podría ser universalmente prohibida la pesca de fuentes no sostenibles y el uso de garras de oso, partes y colmillos de tigre, con un fuerte control sobre los países que tratan de sortear las regulaciones. Huecos en la regulación, como los usados por Japón para continuar con la caza de ballenas donde es no sostenible, disimulados por el eufemismo “con propósito de investigación” deben ser cerrados. De nuevo, las penas por el no cumplimiento necesitan ser severas.
Aumentar los impuestos de esta manera va obviamente a incrementar los costos de casi todo lo que compramos, haciendo la vida más dura para millones. Al menos los impuestos recolectados tendrán otro beneficio más allá de cambiar la manera en que valuamos los recursos. Ayudaría a pagar algo de la deuda mundial.
Indudablemente tales ideas serán muy difíciles de aplicar. Pero ese es el desafío que enfrentamos. No atender los problemas no hará que se esfumen. Eventualmente podemos encontrarnos con un mundo sin peces, forestas y petróleo, a menos que actuemos. Si vamos a tener éxito, tenemos que implementar medidas dolorosas y hacerlas cumplir.
Hacer nada no es una opción responsable. Sólo hará peor al problema.
3. Las utilidades necesitan ser justas, razonables y las empresas deben atender las necesidades de la sociedad.
Si vamos a resolver los problemas a los que nos enfrentamos, necesitamos también rediseñar el enfoque de negocios de Occidente y adoptar diferentes objetivos y medidas de éxito.
Necesitaremos repensar el rol de los bancos y las empresas en la sociedad. Desde 2008, se han recomendado muchos planes para cambiar las regulaciones de los bancos, pero la mayoría han sido reactivas y parciales: se ha buscado restringir las actividades de las cías de servicios financieros, pero han tropezado con la fuerte resistencia de los banqueros y el hecho que las cias de servicios financieros tienen la libertad de relocalizarse, o los medios para circunvalar la mayoría
de las demandas de los legisladores que tienen la capacidad, de hacer leyes de aplicación doméstica o regional.
Se necesita enfocar el tema de una manera mucho más fundamental , y rediseñar el lado de empresas de nuestro sistema económico desde sus fundamentos.
Una manera en que podemos empezar a pensar sobre esto es mediante la observación de las utilidades que obtienen las empresas. En la economía clásica, utilidad “normal” se define como el retorno que es suficiente para mantener a alguien en el negocio en el largo plazo. La palabra “suficiente” es crítica. La economía estuvo en su origen fundada en la importante noción de justicia. Las utilidades deberían siempre ser razonables. Si no lo fueran, continúa la teoría, la competencia las pondrá en línea. Este proceso no ha estado funcionando en el negocio de las finanzas y también en muchos otros sectores.
Smith escribió sobre cuán importante, era mantener las “leyes de la justicia” en economía, sobre la necesidad de la eficiencia y sostenibilidad. Pensaba que la riqueza económica no debía beneficiar sólo al individuo sino también a la sociedad más amplia. Decía que para estar en armonía un sistema económico debía ofrecer “una recompensa natural” por el trabajo. Smith advertía que cuando los beneficios son muy elevados, sobrevendría la ruina como ocurre en la actualidad.
“La tasa de beneficio… es naturalmente baja en los países ricos y alta en los países pobres y siempre es más elevada en los países que avanzan más rápido hacia la ruina.”
Adam Smith
Los conceptos sobre la empresa de la economía moderna de Occidente no están apoyados por esas ideas. No están en armonía. Por el contrario, lo opuesto ha sido el caso durante los últimos treinta años –las empresas de los países ricos han generado los beneficios más elevados. El sistema clásico no ha estado funcionando.
Necesitamos volver a las ideas de la economía clásica y pensar sobre el valor de las empresas para la sociedad. Las empresas existen para obtener un beneficio y deberían ser libres de comportarse como deseen o al menos mayormente en libertad. Pero también tienen una responsabilidad con la sociedad. No se les debería permitir ganar utilidades excesivas durante mucho tiempo o actuar contra las necesidades de la sociedad, por ejemplo aumentando la desigualdad del ingreso o vendiendo productos que afectan nuestra salud.
Ayuda a ilustrar este punto una comparación entre Volkswagen y Goldman Sachs.
En 2009, Volkswagen tuvo ventas de U$S 137 MM. De tal monto obtuvo una utilidad de U$S 1.2 MM, lo que no constituye un retorno muy grande para tal monto de ingresos: menos del 1 por ciento. El negocio automotriz es uno muy duro. Aún así, Volkswagen mostró en sus cuentas que había generado un valor agregado para el mundo de casi de U$S 29 MM. Esto es lo que contribuyó a la sociedad. Gran parte de eso se generó a través del empleo. Parte fue entregado como dividendos a los inversores y parte al estado en forma de impuestos. Volkswagen empleaba ese año a 368.500 personas y realizó una utilidad de U$S 3.256 por persona. Seguramente, sea como se lo mida, constituye un retorno razonable, dado el mucho valor que la empresa entrega a la sociedad.
Por supuesto, esto no cubre todos los costos por externalidades que Volkswagen lleva a la sociedad. Volkswagen no paga por la polución causada por el uso de sus vehículos y el proceso de fabricación. No se asignan costos por la congestión o las muertes en ruta que resultan del uso de sus automóviles. Ni tampoco Volkswagen paga por costo total del daño ambiental ocasionado por la extracción de las materias primas necesarias para la fabricación de sus vehículos, o los costos totales que se incurren durante la disposición o desecho.
Todavía la economía moderna necesita encontrar una forma de hacer esa asignación.
Aún así por cualquier estándar razonable, Volkswagen está contribuyendo positivamente a la sociedad. Fabrica productos deseados por la gente, emplea cientos de miles de personas y está obteniendo retornos razonables, suficientes para invertir en su futuro.
No se puede decir lo mismo por la mayoría de las instituciones financieras que han hecho tan inestable el mundo económico de Occidente. Ni tampoco se puede decir lo mismo por aquellos que han logrado sus beneficios de la simple compra y venta de bienes, sin agregar valor alguno. No se puede decir de aquellos que compran y venden casas, commodities y empresas. Esta gente, mayormente hace dinero sin agregar ningún valor ni económico ni social. Simplemente ha comprado en baja, alentado o esperado que el mercado suba y luego vendido cuando el precio es alto. No han producido ningún valor económico, pero se han enriquecido.
Durante 2009 Goldman Sachs obtuvo una utilidad de U$S 13.4 MM o $ 422.700 por empleado. En los primero tres meses cuando el banco estaba recibiendo U$S 10 MM de ayuda del gobierno de U.S.A, obtuvo todavía más utilidad de lo que obtuvo VW en todo el año.
Casi toda la utilidad de Goldman provenía de la división trading. Alguna parte fue generada por el salvataje del gobierno de U.S.A a otras instituciones financieras, tales como AIG. Durante gran parte de 2009, Goldman obtuvo un beneficio de más de U$S 100 M por día, jugando en el mercado. Al igual que muchos otros bancos, Goldman tenía permiso para generar ingresos a través del juego o apuesta, pero con la capacidad de volcar el resultado a su favor. Este es el banco del que su jefe Lloyd Blankfein piensa que “está haciendo el trabajo de Dios”, pero al que la revista Rolling Stone, describió como “un gran vampiro que sin descanso chupa la sangre de la humanidad”.
En este rediseño del sistema económico necesitamos hacernos algunas preguntas fundamentales. Qué es lo que deseamos que hagan nuestros bancos y empresas? Es razonable que un banco, gane diez veces la utilidad de un fabricante de autos, cuando ese retorno excesivo proviene no de apoyar el crecimiento económico, o de la financiación al desarrollo de empresas, sino del juego y apuesta.? Es razonable que una cía de alimentos pueda vender productos que nos engordan y afectan nuestra salud cuando la sociedad como un todo debe absorber los costos médicos resultantes? Son estas la clase de empresas que debemos alentar o restringir?
4. Los Mercados necesitan una administración equilibrada.
Detrás de esto necesitamos pensar sobre el propósito y rol de los mercados y también de los gobiernos. Necesitamos asegurarnos que nuestras sociedades y la forma en que son conducidas sean sostenibles y justas. En lograr esto las economías de mercado y los gobiernos tienen un rol vital. Ambos deberían atender las necesidades de la sociedad de proveer a la mayor cantidad de gente posible una vida plena y saludable. Por supuesto, es imposible crear un sistema que lo haga en forma perfecta. Pero sabemos que podemos alcanzar un mayor grado de razonabilidad y justicia que en los últimos treinta años.
Los mercados no deberían ser dejados en total libertad. Debemos conducirlos y no dejar que nos conduzcan. Deberían operar de acuerdo a los principios de la Iluminación, de apertura, transparencia, asi como de justicia. Deben operar dentro del marco de un conjunto de reglas establecidas y hechas cumplir por gobiernos elegidos democráticamente. No deberían estar subregulados o no regulados porque necesitan servir a las necesidades de la gente, de la sociedad. No deberían ser manipulados o controlados por unos cuantos en su propio beneficio, o permitírseles que afecten la vida de las personas. No deberían actuar en contra del interés de la sociedad. Fue la falta de una apropiada regulación tanto en U.S.A, UK, y muchos otros lugares, lo que causó gran parte de los problemas que tiene hoy el mundo. Pero tampoco deberían estar sobre regulados como ocurre en economías controladas por el estado.
Es posible que los mercados tengan una regulación equilibrada? Ni demasiado mucho, ni demasiado poco, pero si la cantidad correcta? Pueden. Y la Ordnungspolitik de Alemania, proporciona el ejemplo de una de las economías más fuertes, exitosas y estables del mundo en los últimos cincuenta años.
No es fácil ni directa la traducción de Ordnungspolitik, aunque un significado aproximado sería “las políticas necesarias para mantener a un sistema en equilibrio”. Desarrollada originalmente después de la Gran Depresión, es una filosofía política y económica diseñada para controlar tanto al mercado como al estado. Es un sistema que también se usa en otros países de Europa, aunque frecuentemente con modificaciones.
Smith hubiera aplaudido la filosofía porque la Ordnungspolitik procura garantizar la competencia y la libertad económica del individuo. Separa tanto como sea posible al estado del mercado, de manera que al estado sólo se le confiere el poder de intervenir cuando los mercados no funcionan apropiadamente. Esta intervención podría ser cuando hay una necesidad de bienes públicos –tales como escuelas, defensa o infraestructura de energía; cuando existen monopolios naturales, como en la provisión de agua, gas o electricidad; o cuando se han formado carteles por empresas privadas que son anticompetitivos.
Qué es lo que hace a la Ordnungspolitik diferente de muchos otros sistemas de Occidente, particularmente los de U.S.A y UK?. Que el estado sólo tiene como tarea cambiar los resultados del mercado cuanto están en conflicto con la política social, la eficiencia económica y el crecimiento. Esto significa por ejemplo, que si el gobierno ve que crece la disparidad en el ingreso, demasiada riqueza fluyendo a demasiadas pocas personas, tiene la tarea de intervenir poniendo nuevamente al sistema en equilibrio (Ordnung) El sistema reconoce que se debe evitar la super regulación porque ello debilita el mecanismo del mercado. Pero también reconoce que los mercados dejados a sus propias herramientas y creaciones, actúa a veces contra los intereses de la sociedad.
Hay siete principios básicos:
1. Se necesita un mecanismo de precios que funcione. Las políticas del gobierno deberían evitar todas las medidas que distorsionen los precios a través de subsidios, tarifas o barreras no tarifarias, barreras comerciales, carteles y monopolios.
2. Debería haber un sistema monetario estable. Los gobiernos deberían buscar alcanzar la estabilidad de precios a través de la política monetaria.
3. Los mercados deberían ser abiertos y el comercio libre. Los gobiernos deberían evitar las regulaciones que inhiban la abierta o libre competencia, pero deberían detener la creación de monopolios y carteles.
4. Se deberían proteger los derechos de propiedad y propiedad privada, porque actúan como incentivos para los participantes en el mercado.
5. Debe haber libertad de contratación para asegurar la justa competencia. Es decir los individuos y las empresas son libres de contratar con quienes deseen, siempre que no vayan contra la libertad del mercado, por ejemplo a través de la creación de un cartel.
6. Los participantes en el mercado deberían ser responsables por cualquier obligación que incurran a través de los acuerdos contractuales. Aquellos que cometen errores o toman malas decisiones deben ser responsables por ello.
7. Las políticas económicas deberían asegurar la estabilidad para desarrollar la confianza. La estabilidad reduce el riesgo en la toma de decisiones para los emprendedores, inversores y consumidores. Se deben evitar las burbujas.
Estos principios no son perfectos y Alemania por sí misma los ha violado ocasionalmente: muchos de sus bancos han sido malamente atrapados cuando prestaron demasiado durante el boom de la vivienda en U.S.A.
Sin embargo, ellos establecieron un marco para controlar el mercado sólo cuando necesita ser controlado. También Alemania y Austria, tratan de asegurar que exista una justa distribución de la riqueza en sus sociedades. El sistema está diseñado para alentar la justicia, para asegurar que funciona en pro del bien de la sociedad. Los sistemas Americano y británico son por su naturaleza mucho más divisores. Esto también los hace más inestables, permitiendo la formación de burbujas y alentando una sociedad polarizada entre los que tienen y los que no tienen. La Ordnungspolitik es un intento para atender las fallas de este sistema poco regulado de libre mercado.
La Ordnungspolitik ofrece un camino intermedio entre las dos ideologías políticas extremas del siglo veinte –capitalismo y comunismo. Ambas fracasaron porque llevaron a la concentración de poder en instituciones distantes y sin responsabilidad. En el sistema comunista el poder estaba demasiado concentrado en el gobierno, en las manos de unos pocos. En el sistema de libre mercado, el poder se concentró en el sector privado, en las manos de un pequeño número de personas conductoras de bancos y grandes empresas.
El modelo poco regulado de libre mercado, nos permitió crear un mundo donde muchas de las mayores potencias económicas no eran ni países ni gobiernos. Eran empresas y compañías financieras. Debido a que no estaban adecuadamente reguladas estas empresas eran prácticamente sin responsabilidad para con la sociedad. Pocos de los bancos y corporaciones más grandes tenían algunos objetivos sociales serios y sin embargo administraban las economías y las sociedades en las que operaban. Existían con el sólo propósito de obtener un beneficio. Esta no es la economía de mercado en la forma pensada por Smith, no obstante los reclamos de políticos e industrialistas en U.S.A por menos “cinta roja” y menos regulación.
La mayoría de los que viven en Occidente han sido engañados al pensar que un beneficio de su libertad económica era el crecimiento de estas corporaciones monolíticas. Pensaban que tales bancos y empresas reflejaban el poder del mercado, la fortaleza de base que tiene para crecer y crear riqueza sin otra ayuda.
Pero estos bancos y empresas son actualmente instituciones planificadas centralmente, al igual que los ministerios de gobierno de los estados comunistas. Sus administradores deciden dónde se crean o destruyen puestos de trabajo, las industrias que deberían recibir inversiones, todo sin recurrir a la sociedad, del mismo modo que en una economía de planificación central. Los jefes de esas grandes empresas, y no los representantes elegidos por la gente, deciden lo que va a suceder en gran parte del mundo. Deciden la contaminación de ríos en China para fabricar juguetes baratos para los niños de Chicago, sin importarles lo que signifique para los ciudadanos de China o los puestos de trabajo en América. Ellos externalizan los costos.
No obstante el mantra de los últimos treinta años, los mercados necesitan gobierno. Los reguladores necesitan asegurar que los costos sean totalmente internalizados, que los costos del medio ambiente estén incluidos en el precio de lo que compramos. El éxito de la mayoría de las economías después de la 2da. Guerra Mundial, no se debía a mercados no regulados, sino que estaba fundamentado en tener mercados que funcionaban en un marco fuertemente regulado por gobiernos democráticamente responsables.
Se debe volver a eso.