CE&I. Capitalismo, Empresa e Individuo

TEXTO: GLOBAL INEQUALITY. A New Approach for the Age of Globalization. Branco Milanovic – The Belknap Press of Harvard University Press. 2016.

Cap. 05. What Next? Ten Short Reflections on the Future of Income Inequality and Globalization.

Traducción: Miguel A. Pero – Julio 2016.

Comentario Introductorio (del traductor)

En el texto, el autor Branco Milanovic (Senior Scholar at the Luxembourg Income Study Center, and Visiting Presidential Professor, Graduate Center, City University of New York), hace un estudio de la desigualdad global en el ingreso, medida como la suma de la desigualdad promedio entre países más la suma de la desigualdad dentro de las naciones, ambos componentes cuantificados por el conocido Coeficiente de Gini, que se calcula para una medida de ingreso disponible (después de impuestos y transferencias). El marco teórico conceptual que se emplea como base y referencia para el análisis es el de ciclos u ondas de Kuznets, que representa en ondas que relacionan la desigualdad con el crecimiento del ingreso en forma de una U invertida. La desigualdad primero crece con el aumento en el ingreso, llega a un pico o meseta y luego comienza a descender.

Partiendo de una apreciación de la situación actual que estima en una medida de desigualdad promedio global de alrededor de 70 puntos (evidentemente muy alta), se observa que al día de hoy, el impacto de fuerzas convergentes de Tecnologia, Globalización y Políticas Públicas (TOP), han determinado una mejora o disminución de la desigualdad en los deciles intermedios de la población mundial, mayormente compuestos por la población de China, India y otros países emergentes de Asia, un aumento y empobrecimiento de las clases medias y medias bajas de los países más ricos, mayormente Europa Occidental, NorteAmérica, Australia y Oceanía, y un mayor enriquecimiento tanto en el nivel de ingreso como de stock de riqueza de los más ricos en el mundo, el 1 por ciento top global.

El autor estudia la evolución de la desigualdad dentro de los países, dividiéndolo en dos grandes etapas, una era pre-industrial, desde la edad media hasta la revolución industrial, y una era post-industrial, desde la revolución industrial hasta la actualidad.

Los principales factores que explican la evolución de la desigualdad, especialmente los relacionados con su disminución, son agrupados por el autor, en dos categorías: malignos (guerras, epidemias, plagas, crisis y revoluciones) y benignos (tecnología, educación, políticas fiscales y públicas de redistribución y transferencias.

También el autor estudia la evolución de la desigualdad entre los países, principalmente en la era post-industrial y explica que los movimientos de la desigualdad en confrontación con el ingreso disponible, se explica principalmente por variables como la convergencia económica y la globalización.

Mientras que en la primera era (pre-industrial) la contribución de la desigualdad entre países a la desigualdad global es insignificante, no ocurre lo mismo en la era post-industrial en que el factor de peso o mayor ponderación en la desigualdad global es la desigualdad entre países. También es en esta era, la post-industrial, y en el análisis de la desigualdad dentro de los países que se observa el movimiento ondulatorio de las ondas o ciclos de Kuznetz, con una primera onda verificada en forma completa aunque en tiempos desiguales por los países y el comienzo de una segunda onda en los países más ricos de occidente con relación a los que formula el interrogante si se habrá alcanzado el pico de desigualdad y comenzado a transitar la porción descendente de la onda (disminución en la desigualdad por aumento en el ingreso).

Una conclusión del desarrollo del autor sería: hoy la desigualdad tanto dentro de los países como entre países, o sea la desigualdad global, es inaceptablemente alta, ello conlleva riesgos importantes de dislocación tanto política, social, como económica. Para el autor vías posibles para una disminución de la desigualdad en el mundo serían: disminución de la desigualdad en los patrimonios (activos, riquezas, capacidades y educación) en los países ricos, una inmigración regulada y coordinada por los países tanto emisores como receptores, un mayor y más rápido crecimiento de los países pobres, considerando el impacto sobre la sustentabilidad ecológica y ambiental.

En este documento se han traducido algunas secciones del último capítulo del texto que desarrolla algunas conclusiones y reflexiones del autor sobre el curso futuro de la desigualdad en el ingreso y la globalización.

Cap. 05. A Continuación Qué? Diez breves reflexiones sobre el futuro de la desigualdad en el ingreso y la globalización.

En este capítulo final me gustaría volver sobre algunos de los temas y mensajes del texto. El capítulo es en parte un recordatorio de los principales puntos del libro, en parte predicción de futuras tendencias y en parte una agenda para el cambio. Está organizado alrededor de diez preguntas referidas asuntos sobre la distribución del ingreso global que serán importante en los años por venir.

Las Preguntas:

  1. Qué fuerzas van a moldear la desigualdad global en este siglo?
  2. Que sucederá con las clases medias de los países ricos?
  3. Cómo podría ser reducida la desigualdad en los ricos estados de bienestar?
  4. Seguirá rigiendo la regla del “ganador toma todo”?
  5. Qué es lo equivocado con el foco exclusivo sobre la desigualdad horizontal?
  6. Seguirá el trabajo siendo diferente de los otros factores de producción?
  7. Importará todavía el crecimiento económico?
  8. Desaparecerá de la Economía (ciencia) la preocupación por la desigualdad?
  9. Porqué el nacionalismo metodológico se está haciendo menos relevante?
  10. Desaparecerá la desigualdad con la continuidad de la globalización?

Nota del Traductor: En este documento sólo se traducirán las respuestas, reflexiones y comentarios del autor sobre las preguntas 1 ; 2 ; 3 ; 6 ; 7 y 10.

Qué fuerzas van a moldear la desigualdad en este siglo XXI?

 Las dos fuerzas que van a moldear la desigualdad global son la convergencia económica y las ondas o ciclos de Kuznets. El prospecto para la convergencia, o el emparejamiento económico de Asia con el Occidente, parece fuerte. Aún si se moderara el crecimiento económico de China, continuará la elevada tasa de crecimiento de algunos de los países más populosos de Asia como India, Indonesia, Bangladesh, Tailandia y Vietnam. Es improbable que se produzca un retroceso conjunto en todos ellos. Hasta inicios del siglo veintiuno, el crecimiento de China fue el principal responsable de la reducción de la pobreza y desigualdad global, pero en el futuro, más países de Asia estarán en condiciones de cumplir ese rol, y en consecuencia serán mayores las chances que el proceso continúe –los huevos no estarán en una sola canasta.

El poder económico mundial se desplazará mucho más hacia Asia. En un lindo ejercicio conducido durante varios años Danny Quash ha retratado este gradual desplazamiento. En los años 1980s, el centro de gravedad del producto mundial estaba en el Atlántico medio, localizado entre Europa y Norte América. En sus últimos cálculos Quash localiza el centro en el medio de Irán y observa que se ha movida en forma casi directa en los últimos treinta y cinco años (Danny Quash, pers.comm.) Hacia 2050, Quash espera que se encuentre entre India y China, las que habrán tomado así los roles desempeñados previamente por Europa y Norte América (Quash 2011).

El emparejamiento de los ingresos en muchos países Asiáticos con los ingresos de las naciones de Europa Occidental y Norte América reducirá también la desigualdad global. En este caso sin embargo, el rol de China se hace ambiguo. Aunque China ha sido una gran fuerza para la reducción de la desigualdad global durante las últimas cuatro décadas y hasta el 2000 era así la única fuerza ya que China sola hacía la diferencia entre el aumento y la declinación de la desigualdad global, en el futuro cercano su rápido crecimiento comenzará a sumar a la desigualdad global. Al comienzo ese efecto será pequeño pero después, dependiendo de lo que suceda con Africa y si se incrementa la brecha entre China y los populosos países pobres, el efecto puede hacerse mayor. El resultado neto es que para que disminuya la desigualdad global, el mundo necesita crecimiento rápido en otros lugares además de China. Parece más probable que ese crecimiento ocurra en Asia, es dudoso que vaya a ocurrir en Africa.

También, el rol de las ondas de Kuznets no es simple (Nota del traductor: un movimiento cíclico de la desigualdad en relación con el crecimiento del ingreso, que se representa como un sinusoide o U invertida, en un primer tramo la desigualdad aumenta, alcanza un punto de estabilización y luego un segundo tramo de decrecimiento o disminución de la desigualdad con el continuado crecimiento en el ingreso). Aún si las ondas fueran de “buen comportamiento”, es decir, si la desigualdad en el ingreso se comienza a mover sobre la porción descendente, primero en China y después en U.S.A y en el resto del mundo rico, podría todavía llevar una década para que se establezca la reducción en las desigualdades nacionales y tener un impacto sobre la desigualdad global (Nota del traductor: la desigualdad global se mide como la suma de la desigualdad promedio entre las naciones más la suma de las desigualdades  dentro de las naciones) Más aún, no podemos estar seguros si China y U.S.A ya están en el pico de sus respectivas primera y segunda ondas de Kuznets. En China las principales fuerzas en contra – es decir aquellas que pueden mantener alta la desigualdad – son el incremento en la participación del ingreso del capital privado, la corrupción y las brechas de ingreso regional. En los Estados Unidos esas fuerzas son la fuerte concentración del capital en manos de los ricos, la unificación en las mismas personas de los elevados ingresos tanto del capital como del trabajo (el “nuevo capitalismo”) y el poder político de los ricos.

La desigualdad en el ingreso y los problemas políticos permanecerán estrechamente asociados. Si bien puede no esperarse que la desigualdad elevada o en ascenso altere fundamentalmente el sistema político americano más que un empuje adicional hacia una plutocracia, la elevada desigualdad puede terminar afectando el sistema político chino o transformando el gobierno del Partido Comunista en un régimen más nacionalista o autocrático o empujando hacia una mayor democracia. Cualquiera de estos cambios políticos serán probablemente acompañados por fuerte dislocación económica y una declinación en la tasa de crecimiento.

Qué sucederá con las clases medias de los países ricos?.

Los trabajadores de los países ricos están apretados entre los que ganan los mayores ingresos en sus propios países, los que continuarán ganando dinero por la globalización y los trabajadores de los países emergentes cuya mano de obra relativamente barata hace atractiva su contratación. El gran estrujamiento de la clase media (que se discutiera en los Caps. 1 y 2) impulsada por las fuerzas de la automatización y la globalización no llega a su fin. Este estrujamiento, en algún momento va a polarizar a las sociedades occidentales en dos grupos: una clase rica y muy exitosa en la cima y un grupo mucho más grande de personas cuyo trabajo será servir a la clase rica en ocupaciones en donde la labor humana no pueda ser reemplazada por robots. La educación puede no tener mucha influencia en lo que suceda porque, muchas de las sociedades ricas están casi cerca del límite superior en términos de cantidad de educación (medidas por la cantidad de años de escolaridad) y posiblemente aún en términos de la calidad de educación que se puede ofrecer, adicionalmente muchos de los empleados en servicios están ya sobre calificados para lo que hacen.

Tendremos que ajustar nuestro pensamiento a una situación donde, la diferencia en habilidades y capacidades entre la clase que está en la cima y los trabajadores del sector servicio es pequeña. La suerte y los antecedentes familiares jugarán un rol mucho mayor que antes. Una persona puede convertirse en un banquero de Wall Street en vez de un instructor de yoga simplemente por caminar una noche en la calle correcta (y encontrar a la persona correcta). Ya, entre el 10 por ciento de los que ganan salarios top, no podemos identificar diferencias en características observables (educación, experiencia) que puedan explicar porque los salarios entre el 1 por ciento top y el 9 por ciento restante difieren por un factor de 10 o más (Piketty 2014, Cap. 9). La reducida importancia de la educación como explicatoria de los salarios puede extenderse hacia abajo en la escalera salarial a medida que los logros educacionales se hacen similares. Irónicamente puede ser que Tinbergen haya estado en lo cierto sobre que, el premium educativo casi cesaría de existir en una sociedad en que todo el mundo esté bien educado, pero ello no detendría a las grandes diferencias salariales. En adición a la suerte ciega, la herencia familiar en riqueza y quizás más importante en conexiones, importará más. En los Estados Unidos se observa muy claramente el efecto del dinero y las redes familiares en ocupaciones que capturan mucho poder y dinero. Las dinastías políticas son más comunes hoy que hace cincuenta años; personas cuyos padres han sido actores o directores de películas tienen casi asegurada una carrera en la misma industria. Lo mismo es cierto en el sector financiero. Son los hijos de políticos, actores o traders de acciones los mejor calificados para desempeñar esos trabajos en la siguiente generación? Seguramente no. Es que el éxito previo en estas ocupaciones crea mayor éxito, incluso éxito para sus descendientes. Es crucial el acceso a la gente que toma las decisiones de contratación y ese acceso es ayudado por los antecedentes y conexiones familiares.

El nuevo capitalismo en el que las contradicciones entre el trabajo y el capital se habrá resuelto en la cima (de una forma peculiar, ya que los más ricos serán tanto los que obtienen los mayores salarios y los mayores capitalistas) será mucho más desigual. El éxito dependerá más que en el siglo pasado (un siglo de grandes torbellinos políticos y sociales),  de la chance de un buen nacimiento y suerte en la vida. El nuevo capitalismo se parecerá a un gran casino con una excepción importante: aquellos que hayan ganado unas cuantas vueltas (con frecuencia por haber nacido en la familia correcta) tendrán mucha más chance de continuar ganando. Aquellos que han perdido unas cuantas vueltas verán que las chances subsecuentes se tornarán crecientemente en su contra.

Un niño que tenga la suerte de nacer de los padres correctos (ricos y educados) se beneficiará de una fuerte involucración e inversión paternal en educación. Partiéndose del objetivo último que los padres se plantean para su hijo: obtener un buen y bien pagado puesto. Para obtener ese puesto uno tiene que concurrir a la mejor universidad; para ingresar a la mejor universidad se tiene que concurrir a la mejor escuela secundaria; para acceder a la mejor escuela secundaria se tiene que asistir a la mejor escuela primaria; para asistir a la mejor escuela primaria se tiene que concurrir al mejor jardín de infantes. De manera que el camino del niño se determina ya a la edad de cinco años, proveyendo que sus padres tengan el suficiente conocimiento, perspectiva y por supuesto dinero. Muy pocos pobres o menos educados padres tienen los recursos y el conocimiento para hacer esas elecciones en una época tan temprana. Si sus hijos aprecian más tarde en su vida lo que se requiere para tener éxito, su camino será mucho más duro. Por el otro lado, los hijos de padres ricos son lanzados en el camino del éxito desde el inicio y sólo pueden desviarse del mismo si no tienen interés o exhiben problemas serios de aprendizaje o comportamiento.

Es difícil imaginar que un sistema con una desigualdad tan elevada pueda ser políticamente estable. Pero quizás la desigualdad decline y el problema de la inestabilidad desaparecerá. Lo que suceda después depende de (1) la naturaleza del progreso tecnológico, que podría evolucionar de una forma pro-pobre, como con el reemplazo de gente en algunas ocupaciones que ahora tienen muy buena paga, por ejemplo, profesores, por trabajadores de inferior paga (Nota del traductor: Esto ya está sucediendo por el avance de las tecnologías de computación, comunicación, inteligencia artificial, aprendizaje de máquinas, en sectores tan variados como medicina, abogacía, contaduría, ingeniería, y otros trabajos de conocimiento. También los modelos de negocios de plataformas en una economía llamada colaborativa o de compartir (sharing economy – crowd based capitalism) están permitiendo a gente de modestos recursos acceder a rentas en un tiempo privativas de propietarios de activos importantes), y (2) la capacidad de los “perdedores” en el sistema de organizarse políticamente. Si los perdedores permanecen desorganizados y sujetos a falsa conciencia (Nota del traductor: El autor del texto se refiere a falsa conciencia, la percepción irreal que tienen los más pobres y carenciados de que el sistema tiene oportunidades y opciones de rápido ascenso y movilidad social y económica, por lo que se sienten conformes con el estado de situación y no consideran necesario su modificación), no habrá mucho cambio. Si se organizan a sí mismos y encuentran campeones políticos que puedan explotar su resentimiento y obtener sus votos, entonces podría ser posible para los países ricos el establecimiento de políticas que los ubicaría en la porción descendente de la segunda onda de Kuznets. Cómo podría alcanzarse esto?

Cómo podría ser reducida la desigualdad en los ricos estados de bienestar?

 El siglo veinte acortado (1900 – 1970s) es el único período sostenido en la historia en el que el aumento en el ingreso ha sido acompañado por una disminución en la desigualdad. Esto sucedió no sólo en los países ricos sino también en muchos estados en desarrollo y en todos los países comunistas. La segunda curva de Kuznets tendrá que repetir el comportamiento de la primera si la desigualdad va a reducirse nuevamente. Pero es dudoso si esta segunda declinación será lograda con los mismos mecanismos como los que redujeron la desigualdad en el siglo veinte, mayor tributación y transferencias sociales, hiperinflación, nacionalización de la propiedad y guerras. Porqué no? La globalización hace muy difícil un aumento en la carga impositiva del mayor contribuyente a la desigualdad-el ingreso del capital y, sin una acción totalmente concertada entre la mayoría de los países, lo que hoy parece ser remotamente posible, altamente improbable. Dicho en forma simple, el capital es difícil de gravar porque es muy movible y los países que se benefician de esta movilidad no tienen incentivos para ayudar a los países que pierden. Los paraísos fiscales existen no sólo en micro estados, sino en grandes países como Estados Unidos y el Reino Unido. Piénsese por ejemplo, en la reciente falta de disposición de los Estados Unidos para investigar y extra dictar a ciudadanos Chinos acusados de evasión por su gobierno (66 de cada 100 de las personas “más buscadas,” acusadas de crímenes económicos por el gobierno Chino se piensa que están escondidas en los Estados Unidos y Canadá) o los brokers de Londres, demasiado ansiosos de aceptar el dinero Ruso cualquiera sea su origen. Aún el trabajo de elevado ingreso se está haciendo más difícil de gravar porque se puede mover fácilmente de un país a otro: no hay razones obvias por las que un ejecutivo top pueda no estar dispuesto a trabajar en Singapur o en Hong Kong en lugar que Londres o Nueva York. La hiperinflación y la nacionalización han perdido el favor como medios de despojar a los acreedores y grandes propietarios. No se nacionalizarán más tierras. El balance de poder se ha inclinado hacia el lado de los capitalistas, con los dueños de los activos y acreedores teniendo el poder político. Finalmente, se espera que sean evitadas las grandes guerras, aunque desafortunadamente ninguna persona sensible pueda excluir esa posibilidad.

Las intervenciones antes de impuestos y de las transferencias son un enfoque más promisorio para el siglo veintiuno. Incluyen una reducción en la desigualdad de las herencias o patrimonios, especialmente desigualdad en la propiedad de activos y en educación. Si las herencias, patrimonios (riqueza y capacidades privadas) se hacen menos desiguales, y asumiendo que las tasas de retorno sobre la riqueza no difieren marcadamente entre las pequeñas y grandes fortunas, los ingresos de mercado (esto es ingresos antes de impuestos y transferencias) se distribuirían más igualmente que lo que ocurre hoy. Si la desigualdad en los ingresos de mercado pudiera ser controlada y con el tiempo reducida, podrían ser menos importante las redistribuciones por el gobierno vía transferencias e impuestos. Un meno énfasis en la redistribución satisfacería a aquellos que piensan que los elevados impuestos tienen efectos negativos sobre el crecimiento y están en favor de un estado pequeño, así como a aquellos que piensan que una menor desigualdad en el ingreso disponible es algo valioso por sí mismo y es buena para el crecimiento económico. Eliminará también uno de los aspectos más perniciosos de la herencia transmitida por familia que discutí en la sección anterior.

Modelos económicos que combinan una baja desigualdad en los ingresos de mercado y un estado relativamente pequeño no son inusuales, en vez, existen en varios países de Asia. Una comparación de países seleccionados de Occidente y tres países ricos de Asia (Corea del Sur, Taiwan y Japón) muestra que os tres países de Asia tienen casi el mismo nivel de desigualdad (medida por el coeficiente de Gini)  en el ingreso disponible que los países ricos de Occidente, pero sus Ginis de ingreso de mercado son mucho más bajos en hasta 15 puntos. Consecuentemente, para alcanzar un dado nivel de desigualdad en el ingreso disponible en Asia, la redistribución por el gobierno puede ser mucho más pequeña y el gobierno también puede ser mucho más pequeño. Considérese Taiwan y Canada. Ambos países tienen un Gini de ingreso disponible de 33 puntos. Pero para llegar a ese punto Taiwan no hace casi redistribución (esto es los Ginis de sus ingreso de mercado e ingreso disponible son casi lo mismo) y sus transferencias sociales son sólo iguales al 12 por ciento del ingreso de mercado. Canadá por el otro lado, tiene un sistema más grande de impuestos y transferencias (en términos relativos, tres veces más grande que Taiwan) que lleva el nivel de desigualdad de 47 puntos Gini (a nivel de ingreso de mercado) a 33 puntos Gini (a nivel de ingreso disponible).

También se observa que en los países de Occidente, diferencias en la desigualdad de ingreso disponible son el resultado de diferencias en la cantidad de redistribución (por ejemplo, USA e Israel redistribuyen mucho menos que Alemania y Francia) en vez que en diferencias en desigualdad del ingreso de mercado. Así es porque, un monton de atención académica se ha enfocado en el rol de la redistribución por el estado, como si la redistribución fuera todo lo que se pudiera hacer para reducir la desigualdad. La distribución de las herencias y patrimonios se toma casi como dada. Pero como podemos ver en el caso de los países ricos de Asia, éste no es el caso: las herencias y patrimonios se pueden hacer más iguales. Entonces, el mismo nivel de desigualdad en el ingreso disponible se puede alcanzar o a través de grandes impuestos y transferencias o a través de intervenciones mucho más modestas por el gobierno superpuestas a una estructura relativamente igual de dotación de recursos y capacidades.

Cómo se puede alcanzar la igualación de las dotaciones? Nuevamente aquí, como en el pasado, el rol del gobierno es crucial, aunque en este caso el gobierno no trabaja sobre los ingresos corrientes (gravándolos y redistribuyéndolos) sino que trabaja hacia la ecualización en el largo plazo de la propiedad del capital y la educación. Políticas que trabajarían en pro de esta ecualización de largo plazo, incluyen: (1) elevados impuestos a la herencia (como solicita Piketty) los que impedirían a los padres la transferencia a los hijos de grandes activos, (2) políticas de gravámenes a las corporaciones que estimularían a las empresas a la distribución de acciones a sus trabajadores (moviéndose hacia un sistema de limitado capitalismo de trabajadores), y (3) políticas impositivas y administrativas que posibilitarían a los pobres y las clases medias tener y retener activos financieros. Consistente con esta propuesta es el reclamo de Soto (1990) por una más amplia propiedad de los activos junto a la legalización de los activos ya poseídos por los pobres tales como propiedades, que en muchos países se mantienen sin título legal y no pueden ser usadas como garantías de préstamos.

Pero estas políticas no serían suficientes. La elevada volatilidad de los retornos sobre el capital y la necesidad de mucha información a fin de tomar decisiones de inversión sensatas, adicionalmente al riesgo de combinar el riesgo de trabajar en una empresa con el riesgo de ser propietario de acciones de la misma empresa, hace muy difícil la concreción de un “capitalismo de la gente”. Para reducir la desigualdad en la dotación, una más amplia propiedad de los activos necesita ser combinada con una distribución más igualitaria de la educación. Por ello significo no sólo asegurar que todos tengan la misma cantidad de años de escolaridad, sino la igualación en un acceso significativo a la educación. Lograr esta clase de acceso requiere re-enfatizar la educación pública, financiada por el estado. La razón es la que sigue. Si el objetivo simplemente es hacer que la cantidad de años de educación sea la misma para todos, podríamos concluir que cuatro años en Harvard y cuatro años en una pequeña facultad de provincia son de igual valor, y el objetivo se podría lograr con facilidad. Pero, si el acceso a Harvard permanece a todos los propósitos prácticos, limitado a los hijos de los ricos y los retornos de cuatro años de educación en Harvard excede con creces los retornos de cuatro años de educación en una facultad provincial, nada fundamental habrá cambiado. Habrá una aparente pero no fundamental igualdad en la dotación educativa. Para obtener una igualdad fundamental, necesitamos igualar el acceso a las escuelas que producen los mayores retornos a la educación y/o igualar los retornos entre las escuelas. Igualar los retornos por decreto es imposible en una economía de mercado, desde que nadie puede obligar a las empresas que ofrezcan la misma paga a la gente que estudió en diferentes escuelas, sin importar la calidad de esas escuelas.

La única vía sensible remanente para igualar la herencia educativa es hacer el acceso a las mejores escuelas más o menos igual cualquiera sea el ingreso parenteral y más importante, igualar la calidad de educación entre las escuelas. Lo último sólo puede ser hecho por la inversión y el apoyo financiero del estado.

En un sistema focalizado en la igualación de las dotaciones, el estado tiene un rol extremadamente importante-pero ese rol es completamente diferente del que tuvo durante la Gran Nivelación (Nota del traductor: período que abarca desde fines del s. XIX e inicios del s. XX hasta los años 1970s – 1980s.) Durante la Gran Nivelación, el estado trabajó en la expansión del acceso a la educación y sobre mecanismos de redistribución del ingreso consistentes de, seguro (ej. Seguridad Social en U.S.A) y de asistencia (ej., estampillas de alimentos en U.S.A). Durante la segunda onda de Kuznets debería trabajar más sobre las dotaciones y menos sobre impuestos y transferencias).

Pero, aún si tales políticas son teóricamente posibles y aún si tenemos ejemplos de países que las han usado, ello no significa que sean implementadas. Los estados de bienestar europeos y en menor medida los Estados Unidos, se han administrado por casi un siglo sobre premisas enteramente diferentes y cambiarlas ahora no será fácil. Los fuertes vientos anti-igualdad de la globalización lo harán todavía más difícil, así como las asimetrías o disparidad de los retornos al trabajo que con frecuencia viene con la globalización. A esto nos volcaremos después.

 

Seguirá el trabajo siendo diferente de los otros factores de producción?

Cuando se trata de trabajo e inmigración, la gobernanza global de casi cualquier clase o tipo es o faltante o muy limitada. En contraste, existen instituciones globales que tratan con los temas de desarrollo económico (el Banco Mundial), balance de pagos y deuda internacional (FMI), salud (La Organización Mundial de la Salud), comercio, incluso derechos de la propiedad intelectual (WTO), bancos centrales (Banco de Acuerdos Internacionales), y ahora comercio regional (los acuerdos de comercio del Atlántico y del Pacífico). En lo que concierne al trabajo, la Organización Internacional del Trabajo que es la más antigua de las instituciones mencionadas aquí, tiene poca autoridad y trata principalmente con reglas nacionales sobre el trabajo. La Organización Internacional para las Migraciones, más que establecer políticas, sólo lleva cuentas y estadísticas, con un cuidadoso seguimiento de las catástrofes. La razón para esta falta de instituciones multilaterales sobre el trabajo y la inmigración es obvio: los países más ricos y poderosos no tienen interés en ocuparse o hacer visible el tema. Pero ignorar el problema siguiendo una política de avestruz se está haciendo más difícil, a medida que la globalización hace a la gente más consciente de las grandes diferencias en los estándares nacionales de vida, y la distancia física es, mucho menos que nunca antes, un obstáculo. Europa, enfrentada a un éxodo desde Africa y más recientemente desde el Medio Oriente y el subcontinente Indio, quizás será la primera en empezar a definir una política multilateral sobre el movimiento de personas. Sin embargo, a diferencia de lo que se ve ahora (multilateralismo sólo entre los miembros de la UE), una política como esa necesita incluir también a los países emisores. Un mundo con una inmigración más ordenada y de cuotas a nivel tanto de países emisores como receptores, debería ser la meta.

A fin que ese cambio se haga posible, necesitamos cambiar el carácter binario de las actuales reglas para la ciudadanía nacional (como se argumentó en el Cap. 3). Con algunas excepciones, hoy la ciudadanía, confiere a la persona que la obtiene los mismos derechos y obligaciones de que gozan la totalidad de los ciudadanos. Es esa naturaleza binaria de la ciudadanía, la que hace a los actuales ciudadanos renuentes a compartir su “renta ciudadana” con los inmigrantes: en términos monetarios, la ciudadanía en los países ricos es muy valiosa. En parte, se están construyendo muros físicos, porque existe una gran divisoria o muro financiero entre ser y no ser un ciudadano de un país rico. Pero los ciudadanos de los países ricos podrían estar más abiertos a la inmigración, si este muro o pared financiera pudiera bajarse a través de la introducción de un nivel intermedio de ciudadanía que sería menos valiosa (porque, por ejemplo, podría involucrar mayor carga impositiva, menor acceso a servicios sociales, o una obligación para retornar a trabajar en el país de origen a intervalos periódicos). Una política como esa llevaría la globalización al factor de producción olvidado, el trabajo, y a través de la inmigración reduciría la pobreza y la desigualdad global. Para que esto suceda, son esenciales dos cambios: (1) la redefinición de ciudadanía, y (2) multilateralismo que involucre a países emisores y receptores.

Pero, aún si la inmigración se hiciera más común de lo que es hoy, todavía es extremadamente improbable que el cambio sea lo suficientemente importante para conducir a fronteras totalmente abiertas y a una situación en que se harían no importantes las tasas de crecimiento de PBI de los países pobres, porque la gente podría irse cuando y adonde lo quisiera. Dado ello, el crecimiento de los países pobres permanece como de crucial importancia.

Importará todavía el crecimiento económico?

El crecimiento económico importará y mucho en el siglo por venir: es la herramienta más poderosa para reducir la pobreza y la desigualdad global (como lo es también para reducir las pobrezas nacionales). Difícilmente se pueda sobreestimar su importancia en los países más pobres como un medio de mejorar la vida de la gente ordinaria. Las distracciones, menosprecio o postergación del crecimiento que aparece de tanto en tanto, proviene mayormente de la gente rica en los países ricos, que piensan que pueden prescindir o dispensar de más crecimiento económico. Pero esta gente, o se engaña a sí misma o son hipócritas: su propio comportamiento-por ejemplo, cuando negocian sus salarios y honorarios-muestra que sí se preocupan o les importan los incentivos materiales. Más aún, si el crecimiento no fuera necesario, porque no celebraríamos la recesión en lugar de intentar salir de ella? Si el crecimiento no importara, porqué entonces el referéndum sobre la independencia de Escocia, o los posibles referéndums futuros sobre si el Reino Unido permanecerá en la Unión Europea (Nota del Traductor: el texto se publicó meses antes del Brexit), o la secesión de Cataluña de España, se resuelven alrededor de temas económicos y frecuentemente se deciden en función de ellos? Si la gente rica se preocupa por el ingreso y el crecimiento económico, porque no deberían aún más preocuparse la gente pobre?

Aquellos que claman por una lentificación en el crecimiento debido a preocupaciones ambientales, son con frecuencia, por sí mismos, los contribuyentes más grandes a la degradación ambiental y el calentamiento global. Sólo se necesita pensar en la hipocresía de las conferencias sobre neutralidad en el carbón, donde los organizadores tratan de convencer a los afluentes participantes a no sentirse mal por volar quince horas para ir a la conferencia, mediante el pago de los llamados permisos de emisión de carbón-una práctica similar a la de compra de indulgencias para la expiación de los pecados en la Iglesia Católica. Es suficiente observar  la cantidad de aire acondicionado, uso de automóvil y consumo de carne que hace el 1 por ciento top global o el 10 por ciento top global para apreciar que los ricos son los principales contribuyentes al cambio climático. Pero ellos son con frecuencia los que claman por una reducción en el crecimiento (implícitamente en los países pobres como en los países ricos) sobre la base de la eventual insostenibilidad ecológica de un mundo en que los pobres de hoy gozarían del estándar de vida de los ricos de hoy.

Existen asimetrías en las emisiones de carbón que raramente se reconoce y sobre la que falta investigación empírica no obstante la disponibilidad de los datos. Fácilmente uno podría estimar las emisiones de CO2 en la población mundial por grupo de ingresos y no como se hace hoy, por país. Si la elasticidad ingreso de las emisiones de carbón es unitaria (es decir, un 10 por ciento de aumento en el ingreso real implica un 10 por ciento de aumento en la emisión de carbón), entonces el coeficiente Gini de las emisión global de carbón, es alrededor de 70 puntos, lo que significaría que más de la mitad de la emisión total es efectuada por el 10 por ciento top global. Casi toda la gente en el decil top mundial, está, como sabemos, en los países ricos. No en Africa.

Elevadas tasas de crecimiento seguirán siendo cruciales, especialmente para los países pobres en Africa, y unos pocos en Asia y América Central. Entonces, nuestra mayor preocupación sería no como administrar una lentificación del crecimiento, sino como elevar la tasa de crecimiento de los países más pobres.

Hay también una conexión directa entre las tasas de crecimiento de los países pobres y las presiones de migración que hemos discutido anteriormente.

Si se eleva el crecimiento de los países pobres, resolveremos también más fácilmente el problema de la demanda pendiente de inmigración así como otros problemas políticos asociados con la migración en los países receptores. Eso significaría políticas menos populistas y con frecuencia xenofóbicas en Europa, y menos uso de la inmigración como futbol político en los Estados Unidos.

Es importante apreciar que se debe lograr un fino equilibrio entre tres variables: tasas de crecimiento de los países pobres (populosos), inmigración y sostenibilidad ambiental. La inmigración y el desarrollo de los países pobres son equivalentes desde el punto de vista de la reducción de la pobreza y la desigualdad global: la gente pobre se hará más rica, ya en su propio país o donde sea. Políticamente, por supuesto, no son equivalentes. Pero este indiscutible objetivo de aumentar el ingreso de la gente tiene que equilibrarse haciéndolo ecológicamente sostenible. En principio, ello significaría que el mayor sacrificio correspondería a los más ricos. En otras palabras, si debido a las mejoras en los estándares de vida de los pobres de hoy (ya a través de la inmigración, o de un más rápido desarrollo en Africa y Asia), se compromete o pone en riesgo el equilibrio ecológico, se deberían imponer restricciones al crecimiento de los países ricos. Sé que ésta es una proposición especialmente impopular de hacer, mientras que dure o apenas ha finalizado la Gran Recesión, pero las razones detrás de la misma me parecen incontrovertibles.

Desaparecerá la desigualdad con la continuidad de la globalización?

No. Las ganancias de la globalización no se distribuirán con uniformidad o parejamente.