CE&I – Capitalismo, Empresa e Individuo. Colaboración Prof. Miguel A. Pero

CE&I – Capitalismo, Empresa e Individuo.

Texto:

RETHINKING CAPITALISM. Economics and Policy for Sustainable and Inclusive Growth. Comp. M. Jacobs – M. Mazzucato. Wiley-Maxwell 2016

Traducción parcial del Cap. 11: Capitalism, Technology, and a Green Global Golden Age: The Role of History in Helping to Shape the Future.

Carlota Pérez.

 Miguel A. Pero – Setiembre 2016.

 

Green Growth, desarrollo, empleo y desigualdad

 

La dirección verde tiene que ser un asunto global. Tiene que ser así por razones, tecnológicas, ambientales y económicas. Las tecnologías de información y comunicación (ICT) han hecho invisibles las fronteras nacionales para todo comercio en servicios intangibles e información, en particular con las finanzas. La escasez de recursos y el cambio climático son problemas planetarios, ambos en el corto plazo-por ejemplo, una cosecha pobre en Kenya afecta al índice de precios al consumidor de UK-y en el largo plazo la prognosis de la salud ambiental global. Cómo se lo hizo notar, no es posible para China, India y el mundo en desarrollo crecer con el viejo modelo de consumo masivo; una dirección “verde” es una necesidad en una situación donde nuevos millones están empujando por la buena vida al mismo tiempo que enfrentan la finitud en los recursos y la amenaza de polución y calentamiento global. Finalmente, la globalización es una necesidad económica: a fin que el potencial inherente al paradigma en curso se realice plenamente en este período de despliegue, se necesita una demanda a escala global.

Calidad y perfil de la demanda doméstica y global.

En términos económicos, toda nueva “dirección” sólo funcionará exitosamente si se cuenta con un volumen de demanda apropiado. En los años 1930s, Keynes le escribía a Roosevelt que “poner más de sus huevos en la canasta (familiar) era por lejos la mejor ayuda a la recuperación debido a la escala grande y continuada de demanda potencial; debido a la amplia distribución geográfica de esta demanda; y porque las fuentes de su financiamiento son grandemente independientes de las bolsas de comercio”. Agregaba: “hay pocos objetos más apropiados (de subsidios directos) que viviendas para la clase trabajadora”. Para ese período, era una buena prescripción, y estaba en el centro del éxito económico de pos-guerra. Estaba en la naturaleza de la principal innovación organizacional en esa era particular-la producción masiva-reducir los precios y aumentar las utilidades cuanto mayor el volumen de productos idénticos. Así, las innovaciones institucionales influenciadas por el consejo de Keynes-tales como hipotecas, préstamos, seguro de desempleo y pensiones-confirieron estable poder de compra a la clase trabajadora y proporcionaron un tirón de demanda específico asociado con un modelo estandarizado de vida familiar.

Hoy, los métodos de fabricación flexible posibilitados por la revolución en ICT, permiten la segmentación del mercado y, haciéndolo, fabricar productos diferenciados en forma más rentable que versiones altamente estandarizadas, las que en efecto se han convertido en “commodities” de bajo precio con márgenes muy estrechos. Adicionalmente, Keynes trataba con lo que eran-y se hicieron más intensas aún-economías nacionales con fronteras claras separando los mercados domésticos de las exportaciones. La globalización cambia todo esto: se pueden evitar los impuestos porque los pagos pueden cruzar las fronteras invisibles, los cambios en las tasas de interés pueden alentar a las gerencias financieras a mover masas de dinero de una afiliada externa a otra; y la distribución doméstica del ingreso puede terminar creando demanda y estimulando la economía de otro país.

Mientras tanto, la revolución ICT ha traído un nuevo potencial para el crecimiento en el mundo en desarrollo como se muestra por el enorme éxito de Asia y el gradual ascenso de Africa y Latino América como innovadores y exportadores. El ubicuo y barato acceso a Internet está proporcionando educación, servicios (como la banca móvil) y la oportunidad de llevar el mercado global a rincones del mundo que no tenían la infraestructura para participar plenamente en el paradigma anterior. Las innovaciones posibilitadas por ICT en las industrias de recursos naturales, desde monitoreo y extracción a la fabricación y ventas enfocadas de bienes sostenibles, promete un área de desarrollo para todas las naciones ricas en recursos. Facilitar y fondear inversiones en los países retrasados del mundo en desarrollo crearía mercados para la ingeniería verde, las tecnologías de equipamiento e infraestructura del mundo avanzado. El proceso proporcionaría una dinámica demanda tanto para equipamiento de capital como bienes de consumo entre los países avanzados, emergentes y en desarrollo. Al mismo tiempo, a través de la creación de puestos tanto en los países productores como usuarios, no sólo elevaría el nivel de vida de muchos millones y reduciría las presiones migratorias mediante la creación de empleo en sus lugares de origen, sino que generaría nuevos comercios y flujos comerciales para todos.

 

Condiciones para una nueva y sostenible era de oro global.

El potencial para un nuevo juego global de suma positiva depende de:

ICT universal y barata. El pleno acceso a internet a bajo costo es equivalente a la electrificación y sub urbanización en términos de facilitar la demanda (incrementando también las capacidades de trabajadores y usuarios).

Pleno desarrollo global. La incorporación de nuevos millones de personas en el mundo a los patrones de producción y consumo sostenible es equivalente al Estado de Bienestar, la reconstrucción de Pos-Guerra y las compras del gobierno en términos de creación de demanda.

Crecimiento verde. Promueve la reforma del transporte, la energía, los productos y los sistemas de producción para hacerlos sostenibles, es equivalente a la Guerra Fría, la Carrera del Espacio y la difusión de los hogares sub urbanos en términos de direccionalidad de la innovación.

Nuevas fuentes de crecimiento del empleo.

Una vez que el crecimiento verde sea definido como una dirección general para la innovación a través de la economía global y para el tejido de una trama coherente de productores, proveedores, servicios y capacidades, es fácil ver cómo puede ser una ruta sólida para el empleo y el crecimiento. Como se señalara, la dirección verde implica el rediseño del equipamiento y productos existentes así como la reforma y reconstrucción de las construcciones e infraestructura. Es un desafío para la ingeniería que abriría oportunidades para una reindustrialización  high-tech en el Occidente. Al mismo tiempo, en este esfuerzo de re adaptación, otra importante ruta de creación de empleo y exportaciones es el diseño de equipamiento para la producción sostenible e infraestructura adecuada al clima y otras condiciones específicas del mundo en desarrollo, donde en el pasado se habían adoptado procesos y equipamiento estandarizado- con características y escala inadecuada.

“Crecimiento verde” también supone el retorno-y la mayor importancia-de la durabilidad del producto, acompañado por el mantenimiento como un servicio clave. La obsolescencia planeada y la desechabilidad eran estrategias para la expansión de la demanda en vista de mercados saturados. El crecimiento de la clase media global y de la más rica (que compra bienes de lujo) puede compensar con amplitud una caída en las ventas de bienes desechables de baja calidad, contrarrestando al mismo tiempo lo que de otra manera sería un aumento incontrolable en el costo de los materiales. Fabricar para el segmento top, con la tecnología más avanzada y segura posible y con márgenes de nicho muy elevados, es una mejor estrategia en las nuevas condiciones. Esto podría llevar a un muy activo sector de alquiler para organizar mercados de segunda, tercera y enésima mano en cada país y en todo el mundo, juntamente con el crecimiento en el des ensamble, re fabricación, reciclaje, re uso y otros procesos que ahorran material. La información para la impresión 3-D de partes de reemplazo y la provisión de up grades regulares para el mantenimiento de los productos se podría convertir en una práctica estándar. Esto crearía un modelo de negocio en que la reparación y el reuso tomarían el lugar de la obsolescencia planeada. Con la Internet of Things, se pueden colocar chips en cada producto para la obtención de historias de uso, permitiendo a una floreciente industria de alquiler y mantenimiento, la asignación de adecuados precios. En el mundo avanzado, una estrategia de negocios como esa, crearía para los desplazados trabajadores de las líneas de ensamble una gran cantidad de puestos en mantenimiento, upgrading, depósito, “impresión” de partes, distribución e instalación, mientras que el diseño, rediseño y muchas otras industrias y servicios creativos emplearían a los graduados universitarios. Así, una “misión verde” sería el equivalente de la combinación de la reconstrucción de pos-guerra, la Guerra Fría y la sub urbanización en términos de creación de demanda, empleo y direccionalidad para la innovación.

Desplazamientos pendulares en la distribución del ingreso.

Adicionalmente a la creación de empleo, una dirección verde es también un camino hacia la reducción de la desigualdad en el ingreso, lo que correctamente es una fuente corriente de preocupación económica y social. La historia de las revoluciones tecnológicas nos muestra que eso no es nada nuevo. Durante la fase de “burbuja” de cada gran emergencia o explosión de tecnología, las nuevas industrias (tales como las de Silicon Valley antes del crash) y el mundo financiero se desacoplan de la economía madura en declinación o caída, y las extraordinarias utilidades y ganancias de capital resultantes conducen tanto a un crecimiento regional desequilibrado y a una concentración del ingreso hacia el tope de la escala, particularmente aquellos que se benefician de los millones fáciles hechos en finanzas.

El trabajo de Piketty con Saez sobre desigualdad nos permite graficar el cambio en la distribución del ingreso en USA en los últimos cien años contra el recurrente patrón de difusión de dos revoluciones tecnológicas. Esto muestra la polarización que ocurrió en la prosperidad de la burbuja de los Roaring Twenties (Ruidosos Años Veinte), su reversión en la era de oro de los años 1950s y 1960s y luego la renovada polarización durante el período de instalación y el colapso de la burbuja de la actual revolución de ICT. La Fig. 3, muestra así que hubo un movimiento pendular en la desigualdad: la participación del ingreso de los contribuyentes de USA que va al 10 por ciento top aumenta al 50 por ciento en los dos períodos de instalación, mientras que el período de despliegue de las décadas de pos-guerra baja a menos del 35 por ciento. Diferencias equivalentes se aplican al 1 por ciento top.

Es notable que las históricas eras de oro, así llamadas por que desparramaron prosperidad a través de un rango más amplio de la sociedad, han ocurrido después de cada gran colapso de la burbuja, superando la recesión resultante y tendiendo a revertir la revelada polarización en el ingreso. Por ejemplo, el Boom Victoriano, mostró reducciones en las horas de labor, aumento en los salarios y la provisión de viviendas relativamente decentes a los trabajadores. En la Belle Epoque, nuevas políticas de bienestar se aplicaron en Europa, sobre la base de aumentos en los impuestos a los ricos, incluyendo la difusión del seguro social Bismarkiano, desde Alemania a la mayor parte del continente, tal como el “People’s Budget” de Lloyd George, en UK. Mucho más lejos fue la reversión en la desigualdad que se construyó en los estados de bienestar de pos-guerra de las naciones avanzadas de Occidente: la innovación en instituciones sociales, discutidas más arriba, alentaron una dirección clara en la producción y estilos de vida.

Ahora, después de una centuria en la que la demanda del consumidor se convirtió en un impulsor significativo de la economía y en la que la democracia ha hecho que toda la población adulta de Occidente participe en el proceso político, se necesitan comparables medidas explícitas para superar la polarización. El actual estado de bienestar-lo que ha sobrevivido de eso-fue diseñado en un mundo de “trabajo de por vida”. Eso ya no es más el caso para la mayoría de los trabajadores; este paradigma involucra cambio continuo, flexibilidad y adaptabilidad. Las expectativas sociales-y la facilidad con que gracias a las tecnologías ICT, pueden observarse la vida y riqueza de los otros,  significa que las generaciones actuales no aceptarán fácilmente una declinación en el nivel de bienestar para sí mismos o para sus hijos. Lo mismo que en los anteriores colapsos pos-burbuja, la expresión de tales frustraciones puede observarse en el ascenso de los movimientos xenofóbicos y anti inmigrantes, en la atracción de la juventud desafectada por grupos fascistas/religiosos extremistas e igualmente en el crecimiento de los movimientos de extrema izquierda y en las varias explosiones de protestas tales como las de Occupy o los Indignados. Obstinadas políticas de austeridad que hacen que las mayorías sufran las consecuencias del casino financiero y la deuda nacional, no harán sino exacerbar el enojo. Sólo un cambio radical en las políticas puede traer de vuelta el crecimiento saludable y la estabilidad en la sociedad. Proporcionar un criterio para ello es el objetivo de la sección final.

Un remoldeo radical del marco de políticas.

Este capítulo ha presentado un cuadro dinámico del contexto que enfrentan los economistas, ambientalistas y especialmente los hacedores de política. Ha explicado como el contexto cambia con cada sucesiva revolución tecnológica y durante su sendero de difusión. Schumpeter no exageraba cuando se refería a esos procesos como “destrucción creativa”. Tal destrucción y renovación ocurre en las tecnologías y en la economía y también necesita ocurrir en los espacios organizacionales, institucionales y de política.

Un cambio de paradigma mental

Para que  una empresa o para que una sociedad obtenga lo más del potencial ofrecido por las nuevas tecnologías emergentes en esas explosiones, tiene que asumir que la forma en que eran las cosas y la forma que pensábamos sobre cómo deberían ser, son ambas obsoletas hasta que se pruebe lo contrario. Se requiere pensamiento fresco y una nueva comprensión.

Todavía, la revolución de la producción masiva, se encuentra entre nosotros en su patrón de uso de recursos, en su modo de consumo con mucho desperdicio, y en muchos de sus modelos de producción. Está siendo copiado en las economías emergentes y a él se aspira en las economías en desarrollo, es fuertemente extrañado por los empobrecidos desempleados en el mundo avanzado y correctamente convertido en el principal blanco de ataque por los ambientalistas. Las industrias ICT, cuyas estrategias evolucionaron originalmente en el boom de los años 1990s, encontraron el petróleo a su precio más bajo y en cantidad abundante, mano de obra de extremo bajo costo disponible en Asia. Impensablemente fueron llevadas a adoptar el modelo de obsolescencia planeada generalizado en los años 1960s para superar los límites impuestos por la saturación de los mercados. Entonces, la naturaleza intangible de las tecnologías de información no se expresó en estrategias imaginativas alentadoras de mínimo uso de materiales y la máxima actualización (upgradeability). Afortunadamente ahora está empezando a suceder junto con la reducción en el uso de energía.

Al mismo tiempo, estas nuevas tecnologías han transformado la estructura y el modelo organizacional de la mayoría de las empresas sobrevivientes. En los últimos treinta años éstos han cambiado de las burocráticas pirámides de comando y control a redes flexibles que se extienden por el globo, incorporando unidades ampliamente diferenciadas en complejas cadenas de valor, con variados grados de competencia y autonomía. Mientras tanto el comportamiento del consumidor, aunque todavía orientado al modo “consumista”, se ha ido moviendo gradualmente de la acumulación de productos y hacia los servicios personalizados, facilitados por el uso de computadoras, software y especialmente el Smartphone.

Las dos áreas que afectan la economía donde claramente no ha ocurrido cambio suficiente son el gobierno y la política económica. En la construcción de políticas, en vez de moverse desde la inteligente forma Keynesiana de intervención apropiada hacia la producción masiva en un contexto nacional, hacia otra forma inteligente de hacerlo, adaptada a un mundo de producción globalizada, flexible, intensiva en información, la mayoría de los políticos en el poder decidieron que el estado debería apartarse del camino para dejar que los mercados decidan. Afortunadamente para ellos y desafortunadamente para la sociedad, el hecho que hubiera una nueva revolución tecnológica para propagarse, permitió a los mercados ser tremendamente exitosos en los años 1990s y 2000s-hasta que colapsaron las dos burbujas resultantes de la instalación de internet y la invención de nuevos instrumentos financieros. A pesar del elevado costo del rescate de los bancos y de la ascendente desigualdad a través de la sociedad revelada por la recesión, ha continuado el achicamiento del estado, conducido por la vana esperanza que los mercados encontrarán la forma de producir un revival milagroso si se los deja actuar por sí mismos. La historia ha mostrado que este no es el momento correcto para ello. Todavía la ortodoxia económica corriente, incapaz de explicar los crashes, se aferra a una interpretación de cómo funciona la economía que ignora el rol de la tecnología y el aprendizaje acumulado de las otras ciencias sociales. Se ha refugiado en modelos matemáticos crecientemente complejos como si la economía fuera estrechamente cercana a la física. Peor todavía, estos economistas y muchos de sus críticos todavía están peleando las batallas ideológicas de los años 1960s y 1980s, sin aceptar que ahora estamos en un contexto completamente diferente-uno que tiene más en común con los años 1930s.

La ciencia económica necesita ser verdaderamente evolutiva. Si desea usar modelos, tiene que aprender a representar el cambio estructural. Al mismo tiempo, en vez de pretender que puede ser una ciencia dura, necesita desarrollar pensamiento cualitativo e involucrarse en “teorización apreciativa” para enriquecer sus métodos cuantitativos y llevarlos más cercanos a la cambiante realidad social. Es interesante notar que todos los conceptos y herramientas macroeconómicas que son usados hoy-desde GDP hasta la tasa natural de crecimiento-fueron desarrollados durante los años 1930s y 1940s en el contexto de producción masiva, el esfuerzo de guerra y el desarrollo del estado de bienestar nacional.

De acuerdo a los dogmas de la ortodoxia corriente, el quiebre crediticio no debería haber sucedido, el quantitative easing habría conducido a inflación y mercados crecientemente irrestrictos (sin ningún “crowding out” desde el gobierno) habrían alcanzado un fuerte crecimiento. Sus recomendadas políticas de austeridad ahora ya llevan ocho años con resultados débiles y atroces; con una tasa equivalente de fracaso, cualquier CEO de una empresa seria habría sido reemplazado hace años.

Con frecuencia se dice que uno nunca debería dejar que se desperdicie una buena crisis. Ahora nos encontramos en el medio de lo que puede considerarse como una crisis en términos de una economía global profundamente desequilibrada, que está desperdiciando un gran potencial de innovación. La batalla no es entre estado y mercados; es entre políticas que mantendrán el crecimiento incierto y una creciente desigualdad en el ingreso y una dirección que pueda traer una sostenible era de oro global que pueda elevar todos los botes.

Ahora podemos usar el existente poder transformativo de las nuevas tecnologías en una dirección que vuelque los desafíos ambientales en una solución a las variadas dolencias económicas y sociales.

Establecimiento de políticas en el período de despliegue.

Una de las principales diferencias entre el período de instalación y el período de despliegue de cada revolución tecnológica es la fuente de dinamismo. La instalación es impulsada por la oferta, las nuevas tecnologías se auto propulsan y se refuerzan mutuamente. El despliegue es principalmente tirado por la demanda, pero no sólo por la cantidad de demanda, sino también por su perfil y dinamismo. Esto es porque, no es posible aplicar las recetas Keynesianas, que funcionaban para la producción masiva y en el contexto de economías nacionales relativamente cerradas, a países que operan en condiciones globalizadas con tecnologías de producción flexible y con flujos financieros y de comercio de intangibles crecientes a través de internet.

La mejor pre-condición para una exitosa construcción de políticas es tener una correcta interpretación de la naturaleza de contexto cambiante que se enfrenta. Si la recurrencia histórica discutida en este capítulo es correcta, el paralelo relevante no es el modelo Thatcher-Reagan aplicado en los años 1980s, cuando había quedado exhausto el poder de mejora en la productividad y de creación de riqueza de la revolución de producción masiva, sino las políticas aplicadas cuando se instaló esa revolución después de los Roaring Twenties y estaba lista para desparramarse a través de toda la economía. El Keynesianismo y Bretton Woods fueron el conjunto transformador de políticas que crearon el nuevo contexto, para alcanzar tanto mejores negocios y mejor vida para todos, a través de un acuerdo entre el gobierno, la empresa y la sociedad en que todos se beneficiaron. Un acuerdo equivalente se necesita en este tiempo, con tantas normas, políticas e instituciones adecuadas como se establecieron entonces.

Las condiciones recientes y actuales no constituyen una buena base para juzgar escenarios futuros. Habría sido casi imposible para la gente a mediados de los años 1930s, imaginar que esos trabajadores desplazados, hambrientos, haciendo cola en las cocinas de sopa, podían aspirar seriamente, justo una década después, a una vivienda sub urbana llena de artefactos eléctricos con un auto en la puerta. También fue difícil imaginar que la amplia descolonización se convertiría en la norma-ya sea a través de medios pacíficos o violentos-cuando los imperios parecían estables y Alemania se estaba preparando para expandirse por la fuerza y cambiar los mapas de Europa y África. Estos no son tiempos para mantener el status quo o para tratar de retornar a las condiciones recientes. Si los gobiernos del mundo avanzado permanecen en el actual sendero de la austeridad, esperarán para siempre que el mercado haga lo correcto para el crecimiento y el bienestar social. Estos son tiempos para ser imaginativo y fuertes como Keynes, Roosevelt y Beveridge, pero con conocimiento pleno de la naturaleza específica del actual potencial tecnológico y las oportunidades que el mismo abre y cierra.

No puede haber retorno a las burocracias centralizadas de los años 1950s y 1960s, sin importar lo exitosas que pudieron haber sido durante los tiempos de la producción masiva, pero tampoco es posible traer de vuelta los booms de mercados irrestrictos de los años 1990s y 2000s. Las finanzas libres de dirección fueron exitosas al cambio de siglo porque primero tenían una revolución tecnológica para instalar y luego tenían que difundir la nueva economía a través del globo. Ambas tareas fueron grandemente rentables, pero ahora están básicamente completas. En el proceso, como sucediera en las anteriores burbujas equivalentes, finanzas (el sector financiero) aprendió a hacer dudosas innovaciones que no crean riqueza sino que meramente llevan a inflación diferencial, en que los activos financieros incrementan su valor más rápido que los salarios, en detrimento de los trabajadores y pequeñas empresas productivas Masivos rescates han permitido al sector financiero permanecer sin daños y focalizado en la especulación de corto plazo, esperando elevados retornos de esas actividades. También el contexto comprende el comportamiento de empresas de producción, muchas de las cuales han adquirido las expectativas de beneficio de corto plazo de los años de la burbuja y están más involucradas en la recompra de acciones, recorte de costos, evitar los impuestos y tratos rápidos en vez de la I&D, el entrenamiento u otras actividades innovadoras con un horizonte de largo plazo. Como resultado, cantidades masivas de dinero están ociosas en el mundo corporativo, en los bancos, compañías financieras y de producción. Cuánto más se prolongue esta situación, tanto más duras y profundas serán las consecuencias negativas sobre la economía y la sociedad.

La historia muestra que el capitalismo es capaz de revertir algunas de las peligrosas dolencias que crea, pero sólo después de experimentar una crisis. Colapsos financieros, guerras, recesiones prolongadas y/o grandes descontentos y protestas sociales han jugado ese rol.

Una onda de innovación verde facilitada por ICT es posible, pero a menos que ocurra de una manera convergente a través de la mayor cantidad de industrias y países, las potenciales innovaciones permanecerán riesgosas y el mercado no se enganchará. Sólo una fuerte inclinación del campo de juego en favor de la inversión sostenibles, con políticas que sean creíbles, consensuales y con probabilidad de permanecer estables en el tiempo, moverán las finanzas de la especulación orientada internamente a la inversión en la economía de producción.

Una clara elección socio-política.

El capitalismo sólo es legítimo cuando posibilita las ambiciones de unos pocos en beneficio de la mayoría. La globalización ha mejorado la condición de muchos millones en los viejos “tercer y segundo mundo”, pero reduciendo muchas de las ganancias del estado de bienestar en lo que se llamaba el “primer mundo”.  Los cambios políticos requeridos son tan fuertes, sistémicos y de rango tan amplio como fueron las políticas keynesianas, el estado de bienestar y los acuerdos de Bretton Woods en el momento similar anterior. Necesitarán alcanzar un juego de suma positiva entre la empresa y la sociedad pero en este tiempo, a una escala global, es decir entre países avanzados, emergentes y en desarrollo. La amplitud y profundidad de los cambios que trae la difusión de cada revolución tecnológica requiere un rediseño equivalente del marco institucional en orden de liberar su pleno potencial transformador. La mejor precondición para el establecimiento de políticas es una poderosa interpretación del momento presente; con esa comprensión, también se hace más fácil imaginar un nuevo y poderoso conjunto de políticas para atender los nuevos tiempos. Las siguientes son algunos de los tipos de políticas que se podrían introducir:

  • No gravar el trabajo; gravar la energía y los materiales. Rediseñar el sistema impositivo (usando bases de datos digitales) para gravar lo malo y no los bienes-por ejemplo, gravando el uso de recursos y energía en vez del trabajo y el consumo- estimularía el ahorro de materiales y energía y alentaría el empleo y el gasto del consumidor en intangibles.
  • Regular para la durabilidad y el mantenimiento. Hacer a los fabricantes responsables por todo el tramo de vida de sus productos, alentaría la economía circular y la durabilidad de la fabricación así como la estimulación de una economía de mantenimiento y alquiler.
  • Rediseñar las métricas con la cual medir la producción de riqueza. Como numerosos estudios han mostrado en los años recientes, el GDP (PBI) tiene una significación muy limitada y es aún distorsionante en la economía de conocimiento. Se necesitan diseñar métricas nuevas para contabilizar el uso de energía y materiales y medir las distintas maneras en las que ahora se crea valor y se mejora el bienestar.
  • Facilitar las economías colaborativas y de compartir (sharing economy). La proliferación de los servicios gratuitos basados en internet ha inspirado a muchos a innovar en redes de acceso compartido a las posesiones, intercambiando tiempo y colaborando en proyectos creativos. Esta es una de las rutas en las que ICT posibilita una economía verde asentada en la sostenibilidad y focalizada en servicios y cuidado personal.
  • Moverse hacia alguna forma de ingreso básico. Proporcionar un ingreso mínimo en los países avanzados-tal como el ingreso básico universal que actualmente se está probando en Finlandia, un impuesto negativo al ingreso y la exigencia de trabajo para servicios y proyectos comunitarios-es la plataforma necesaria para alentar las economías colaborativas y de compartir, el crecimiento de organizaciones de voluntarios y los creativos emprendimientos que pueden contribuir a la calidad de vida tanto al nivel de comunidad y a través de la participación en redes globales. En la “buena vida verde”, el bienestar se mediría crecientemente no por las posesiones, sino por las positivas experiencias de vida saludable, compartir en comunidad y la creativa involucración en redes y actividades de grupos. Cualquiera de los sistemas que se elijan de distribución de ingreso básico, más el apoyo adicional para casos especiales, puede sacar ventaja para su administración de las ICT y los sistemas de tarjeta de débito.
  • Capacitación y recapacitación a nivel global. El amplio acuerdo sobre la importancia de la educación y la capacitación necesita traducirse en todo el mundo en una parte central del “new new deal”, tomando inteligente ventaja del poder de ICT, incluyendo el creciente valor de los llamados “Massive Online Open Courses” (MOOCs). Aumentar las capacidades creativas de la población de los países en desarrollo mejoraría sus chances de vida, reduciría las presiones migratorias y aumentaría el comercio.
  • Apoyar el desarrollo a través de los países retrasados. Así como el Plan Marshall ayudó en la reconstrucción de Europa, incrementado al mismo tiempo el comercio trasatlántico, la comunidad internacional necesita implementar nuevas y agresivas formas de apoyar el desarrollo, reconociendo las nuevas posibilidades abiertas por ICT y la globalización. Como se discutiera más arriba, el ascenso de estos países beneficiaría a las naciones avanzadas, emergentes y en desarrollo, creando nuevos e importantes flujos comerciales en toda dirección.
  • Reorientar las finanzas, no mediante controles sino gravando fuertemente las ganancias de corto plazo y disminuyendo con el tiempo la tasa, haciendo así más rentable invertir en la economía real y en el largo plazo. Adicionalmente es necesario la inversión pública en investigación, desarrollo y creación de mercados verdes, en la reforma del entorno de construcción y en el fondeo de proyectos verdes privados para proporcionar apoyo para las riesgosas innovaciones en la dirección verde y para incrementar las sinergias para que otros inviertan.

 

Lejos está la lista de ser completa, pero es una lista que está asentada no sólo en la discusión histórica anterior, sino también en los ejemplos probados y explorados en villas, aldeas, ciudades y naciones alrededor del mundo. Todavía, para que ocurra ese cambio tan radical, es necesario ir más allá del listado de potenciales políticas y examinar tanto el proceso por el que esas políticas son diseñadas y el tipo de organizaciones que las van a implementar.

  • Modernizar el gobierno mismo. Abandonar el modelo de organización de “comando y control” ha sido parte del vuelco al paradigma moderno experimentado por las empresas en las décadas recientes; en este respecto en el gobierno se fue apenas un poco más que la introducción de computadoras. En vez, siguiendo una receta neoliberal, la principal “nueva” práctica ha sido tercerizar los servicios públicos o establecer las llamadas “sociedades público-privadas”. Esto se ha hecho en nombre de la eficiencia, y bajo la suposición que el sector privado conoce mejor y va a ahorrar el dinero del estado. En la mayoría de los casos, como muestra Colin Crouch en su capítulo en este volumen, tales expectativas no se han cumplido. La peor consecuencia ha sido el debilitamiento de las capacidades del sector público y evitar la necesaria modernización, lo que también ha reducido el atractivo del servicio público como carrera para los más talentosos. Moverse hacia la creatividad y flexibilidad en pro de instituciones gubernamentales ágiles y conocedoras es esencial si las economías van a ser dirigidas a un crecimiento sinergístico y poderoso, con aumento en los beneficios sociales.
  • Construcción de consensos para el diseño de las políticas. El viejo modo de cambio de políticas ha sido que los gobiernos (típicamente de un solo partido) introdujeran una nueva política que despierta enormes resistencias, alentando el lobbyismo, esfuerzos para en encontrar huecos y aún corrupción. Esto no funcionará en la actual economía globalizada. Se necesitan nuevos mecanismos institucionales para asegurar logros de suma positiva, trabajando con todos los stakeholders, desde las empresas a la sociedad civil. El proceso de diseño de las políticas importa más y más.
  • Devolución del poder nacional. En un mundo globalizado, parece crecientemente necesario considerar la devolución de parte de poder nacional, tanto hacia abajo, a los gobiernos locales, ciudades y regiones como hacia arriba a entidades supra nacionales. Esto es una tarea difícil, intimidante, y una que confronta grandes obstáculos políticos. Pero cuando la globalización y la diferenciación han alterado radicalmente las condiciones bajos las que operan las finanzas y toda la economía (ilustrado por la evitación de los impuestos), se prueba la inevitabilidad de instituciones supra nacionales con poder de ejecución.

Lo que es claro es que las viejas recetas no funcionarán ahora y no han funcionado en los tiempos recientes. Tampoco la simple receta de la austeridad manteniendo el gobierno al margen y esperando que los mercados hagan todo sin un contexto claramente definido con una dirección cierta y estable. Necesitamos un serio repensamiento, intensa construcción de consenso, negociaciones globales y liderazgo determinado. Las tecnologías capaces de impulsar una sostenible edad de oro global están disponibles, liberarlas y explotarlas requiere una comprensión del momento histórico y la voluntad de hacer una clara elección socio-política.

Miguel A. Pero (Trad.)

Setiembre 2016